martes, 23 de diciembre de 2014

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

DESEO FELIZ NAVIDAD A TODOS MIS ALUMNOS Y A SUS FAMILIAS Y DEDICO ESTA ENTRADA A MIS ALUMNOS DE 1º ESO QUE HAN LLENADO MI ÁRBOL CON TODAS SUS FELICITACIONES. 
¡¡¡¡GRACIASSSS A TODOS!!!!!
ME HA ENCANTADO LEERLAS Y COLOCARLAS EN EL SALÓN DE MI CASA. OS DESEO LO MEJOR PARA ESTOS DÍAS Y PARA EL RESTO DEL AÑO. QUE EL 2015 NOS REGALE UN MONTÓN DE BUENOS MOMENTOS.
ESPERO QUE PODÁIS RECONOCER TODAS VUESTRAS TARJETAS Y FELICITACIONES.

¡¡¡¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!!!

jueves, 11 de diciembre de 2014

RELATOS NAVIDEÑOS PARA TODA LA FAMILIA.

Ya ha llegado un año más la Navidad y, de nuevo, busco los relatos navideños que puedan despertar en vosotros el "Espíritu navideño". Como todos los años, selecciono aquellos que creo que son más entrañables para que disfrutéis con la lectura. El cuento más bonito, para mí, Canción de Navidad de Charles Dickens, podéis encontrarlo en este mismo blog en la entrada del año pasado dedicada a "Relatos navideños". Estos que pongo a continuación son los seleccionados este año. Espero que os gusten.
El regalo de los Reyes Magos[Cuento. Texto completo.]O. Henry
Unos cuantos euros. Eso era todo. Y algunos céntimos. Céntimos ahorrados, uno por uno, discutiendo con el verdulero y el carnicero hasta que las mejillas se ponían rojas de vergüenza ante la silenciosa acusación de avaricia que implicaba un regateo tan obstinado. Delia los contó tres veces. Solo algunos euros. Y al día siguiente era Navidad. Evidentemente no había nada que hacer excepto llorar. Y Delia lo hizo. Lo que conduce a pensar que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas.
Mientras la dueña de casa se va calmando, echemos una mirada a su hogar, uno de esas viviendas de bajo alquiler. No era exactamente un lugar para alojar mendigos, pero ciertamente la policía lo habría descrito como tal.
Abajo, en la entrada, había un buzón al cual no llegaba carta alguna y un timbre eléctrico al cual no se acercaría jamás un dedo mortal. También formaba parte de la casa una tarjeta con el nombre de "Señor James Dillingham Young".
La palabra "Dillingham" había llegado hasta allí volando en la brisa de un anterior período de prosperidad de su dueño, cuando ganaba un sueldo digno. Pero ahora las letras de "Dillingham" se veían borrosas, como si estuvieran pensando seriamente en reducirse a una modesta y humilde "D". Pero cuando el señor James Dillingham Young llegaba a su casa y subía a su hogar, le decían "Jim" y era cariñosamente abrazado por la señora Delia Dillingham Young. 
Delia dejó de llorar y se empolvó las mejillas. Se quedó de pie junto a la ventana y miró hacia afuera, apenada. Vio un gato gris que caminaba sobre una verja gris en un patio gris. Al día siguiente era Navidad y ella tenía solamente unas pocas monedas para comprarle un regalo a Jim. Había estado ahorrando cada céntimo, mes a mes, y éste era el resultado. Los gastos habían sido mayores de lo que había calculado. Siempre lo eran. Esta pequeña cantidad para comprar un regalo a Jim. Su Jim. Había pasado muchas horas felices imaginando algo bonito para él. Algo fino y especial y de calidad -algo que tuviera justamente ese mínimo de condiciones para que fuera digno de pertenecer a Jim. Entre las ventanas de la habitación había un espejo de cuerpo entero. Una persona muy delgada y ágil podría, al mirarse en él, tener su imagen rápida y en franjas longitudinales. Como Delia era esbelta, lo hacía con absoluto dominio técnico. De repente se alejó de la ventana y se paró ante el espejo. Sus ojos brillaban intensamente, pero su rostro perdió su color antes de veinte segundos. Soltó con urgencia sus cabellera y la dejó caer tan  larga como era.
Los Dillingham eran dueños de dos cosas que les provocaban un inmenso orgullo. Una era el reloj de oro que había sido del padre de Jim y antes de su abuelo. La otra era la cabellera de Delia. Si la Reina de Saba hubiera vivido en un piso frente al suyo, algún día Delia habría dejado colgar su cabellera fuera de la ventana nada más que para demostrar su desprecio por las joyas y los regalos de Su Majestad. Si el rey Salomón hubiera sido el portero, con todos sus tesoros apilados en el sótano, Jim hubiera sacado su reloj cada vez que hubiera pasado delante de él nada más que para verlo mesándose su barba de envidia.
La hermosa cabellera de Delia cayó sobre sus hombros y brilló como una cascada de pardas aguas. Llegó hasta más abajo de sus rodillas y la envolvió como una vestidura. Y entonces ella la recogió de nuevo, nerviosa y rápidamente. Por un minuto se sintió desfallecer y permaneció de pie mientras un par de lágrimas caían a la raída alfombra roja.
Se puso su vieja y oscura chaqueta; se puso su viejo sombrero. Con un revuelo de faldas y con el brillo todavía en los ojos, abrió nerviosamente la puerta, salió y bajó las escaleras para salir a la calle.
Se detuvo y pudo leer un cartel que decía así: "Mme. Sofronie. Cabellos de todas clases". Delia subió rápidamente Y, jadeando, trató de controlarse. 
-¿Quiere comprar mi pelo? -preguntó Delia.
-Compro pelo -dijo Madame-. Quítese el sombrero y déjeme ver su melena.
La áurea cascada cayó libremente.
-Veinte euros -dijo Madame, sopesando la masa con manos expertas.
-Démelos inmediatamente -dijo Delia.
Delia empezó a soñar pensando en el regalo para Jim.
Al fin lo encontró. Estaba hecho para Jim, para nadie más. En ningún lugar había otro regalo como ése. Era una cadena de reloj, de platino, de diseño sencillo y puro, que proclamaba su valor sólo por el material mismo y no por alguna ornamentación inútil y de mal gusto... tal como ocurre siempre con las cosas de verdadero valor. Apenas la vio se dio cuenta de que era exactamente lo que buscaba para Jim. Era como Jim: valioso y sin aspavientos. Pagó por ella los veinte euros  y regresó rápidamente a casa con algunos céntimos. Con esa cadena en su reloj, Jim iba a vivir ansioso de mirar la hora en compañía de cualquiera. Porque, aunque el reloj era estupendo, Jim se veía obligado a mirar la hora a hurtadillas a causa de la gastada correa que usaba en vez de una cadena.
Cuando Delia llegó a casa, su excitación cedió el paso a una cierta prudencia y sensatez. Sacó sus tenacillas para el pelo, encendió el gas y empezó a reparar los estragos hechos por la generosidad sumada al amor. Lo cual es una tarea tremenda, amigos míos, una tarea gigantesca.
A los cuarenta minutos su cabeza estaba cubierta por unos rizos pequeños y apretados que la hacían parecerse a un encantador estudiante holgazán. Miró su imagen en el espejo con ojos críticos, largamente.
"Si Jim no me mata, se dijo, antes de que me mire por segunda vez, dirá que parezco una corista de Coney Island. Pero, ¿qué otra cosa podría haber hecho? ¡Oh! ¿Qué podría haber hecho con tan poco dinero?."
A las siete de la noche esperaba ansiosa la llegada de Jim. Jim no se retrasaba nunca. Delia apretó la cadena en su mano y se sentó en la punta de la mesa que quedaba cerca de la puerta por donde Jim entraba siempre. Entonces escuchó sus pasos en el primer rellano de la escalera y, por un momento, se puso pálida. Tenía la costumbre de decir pequeñas plegarias por las pequeñas cosas cotidianas y ahora murmuró: "Dios mío, que Jim piense que sigo siendo bonita".
La puerta se abrió, Jim entró y la cerró. Se le veía delgado y serio. Necesitaba evidentemente un abrigo. Atravesó el umbral y allí permaneció inmóvil como un perdiguero que ha descubierto una codorniz. Sus ojos se fijaron en Delia con una expresión que su mujer no pudo interpretar, pero que la aterró. No era de enojo ni de sorpresa ni de desaprobación ni de horror ni de ningún otro sentimiento para los que que ella hubiera estado preparada. Él la miraba simplemente, con fijeza, con una expresión extraña.
Delia se levantó nerviosamente y se acercó a él.
-Jim, querido -exclamó- no me mires así. Me corté el pelo y lo vendí porque no podía pasar la Navidad sin hacerte un regalo. Crecerá de nuevo ¿no te importa, verdad? No podía dejar de hacerlo. Mi pelo crece rápidamente. Dime "Feliz Navidad" y seamos felices. ¡No te imaginas qué regalo, qué regalo tan lindo te tengo!
-¿Te cortaste el pelo? -preguntó Jim, con gran trabajo, como si no pudiera darse cuenta de un hecho tan evidente aunque hiciera un enorme esfuerzo mental.
-Me lo corté y lo vendí -dijo Delia-. De todos modos te gusto lo mismo, ¿no es cierto? Sigo siendo la misma aún sin mi pelo, ¿no es así?
Jim pasó su mirada por la habitación con curiosidad.
-¿Dices que tu pelo ha desaparecido? -dijo con aire casi idiota.
-No pierdas el tiempo buscándolo -dijo Delia-. Lo vendí, ya te lo dije, lo vendí, eso es todo. Es Nochebuena. Lo hice por ti, perdóname. Quizás alguien podría haber contado mi pelo, uno por uno -continuó con una súbita y seria dulzura-, pero nadie podría haber contado mi amor por ti. ¿Pongo la carne al fuego? -preguntó.
Pasada la primera sorpresa, Jim pareció despertar rápidamente. Abrazó a Delia. Unos  euros a la semana o un millón en un año, ¿cuál es la diferencia? Un matemático o algún hombre sabio podrían darnos una respuesta equivocada. Los Reyes Magos trajeron al Niño regalos de gran valor, pero aquél no estaba entre ellos. Este oscuro acertijo será explicado más adelante.
Jim sacó un paquete del bolsillo de su abrigo y lo puso sobre la mesa.
-No te equivoques conmigo, Delia -dijo-. Ningún corte de pelo, o su lavado o un peinado especial, harían que yo quisiera menos a mi mujercita. Pero si abres ese paquete verás por qué me has provocado tal desconcierto en un primer momento.
Los blancos y ágiles dedos de Delia retiraron el papel y la cinta. Y entonces se escuchó un jubiloso grito de éxtasis; y después, ¡ay!, un rápido y femenino cambio hacia un histérico raudal de lágrimas y de gemidos, lo que requirió el inmediato despliegue de todos los poderes de consuelo de Jim.
Porque allí estaban las peinetas -el juego completo de peinetas, una al lado de otra- que Delia había estado admirando durante mucho tiempo en una vitrina de Broadway. Eran unas peinetas muy hermosas, de carey auténtico, con sus bordes adornados con joyas y justamente del color para lucir en la bella cabellera ahora desaparecida. Eran peinetas muy caras, ella lo sabía, y su corazón simplemente había suspirado por ellas y las había anhelado sin la menor esperanza de poseerlas algún día. Y ahora eran suyas, pero las trenzas destinadas a ser adornadas con esos codiciados adornos habían desaparecido.
Pero Delia las oprimió contra su pecho y, finalmente, fue capaz de mirarlas con ojos húmedos y con una débil sonrisa, y dijo:
-¡Mi pelo crecerá muy rápido, Jim!
Y enseguida dio un salto y gritó:
-¡Oh, oh!
Jim no había visto aún su hermoso regalo. Delia lo mostró con vehemencia en la abierta palma de su mano. El precioso y opaco metal pareció brillar con la luz del brillante y ardiente espíritu de Delia.
-¿Verdad que es maravillosa, Jim? Recorrí la ciudad entera para encontrarla. Ahora podrás mirar la hora cien veces al día si se te antoja. Dame tu reloj. Quiero ver cómo se ve con ella puesta.
En vez de obedecer, Jim se dejo caer en el sofá, cruzó sus manos debajo de su nuca y sonrió.
-Delia -le dijo- olvidémonos de nuestros regalos de Navidad por ahora. Son demasiado hermosos para usarlos en este momento. Vendí mi reloj para comprarte las peinetas. Y ahora pon la carne al fuego.
Los Reyes Magos, como vosotros seguramente sabéis, eran muy sabios -maravillosamente sabios- y llevaron regalos al Niño en el Pesebre. Ellos fueron los que inventaron los regalos de Navidad. Como eran sabios, no hay duda que también sus regalos lo eran, con la ventaja, además, de poder ser cambiados en caso de estar repetidos. Y aquí les he contado, en forma muy torpe, la sencilla historia de dos jóvenes atolondrados que vivían en un humilde piso y que insensatamente sacrificaron el uno al otro los más ricos tesoros que tenían en su casa. Pero, para terminar, digamos a los sabios de hoy en día que, de todos los que hacen regalos, ellos fueron los más sabios. De todos los que dan y reciben regalos, los más sabios son los seres como Jim y Delia. Ellos son los verdaderos Reyes Magos.

FIN
Os dejo también este microrrelato:
En estos enlaces podréis encontrar un montón de textos relacionados con la Navidad. Son relatos cortos, fáciles de leer y que os encantarán.
Cuenta una leyenda que, en el país que hoy conocemos como Austria, era costumbre que la familia Burkhard (compuesta por un hombre, una mujer y un niño) animase las ferias navideñas recitando poesías, cantando baladas de antiguos trovadores, y haciendo malabarismos que divertían a todo el mundo. Por supuesto, nunca sobraba dinero para comprar regalos, pero el hombre siempre le decía a su hijo:
-¿Tú sabes por qué el saco de Papá Noel nunca termina de vaciarse, con la de niños que hay en el mundo? Pues porque, aunque está lleno de juguetes, a veces también deben entregarse algunas cosas más importantes, que son los llamados “regalos invisibles”. A un hogar dividido, él lleva armonía y paz en la noche más santa del año cristiano. Donde falta amor, él deposita una semilla de fe en el corazón de los niños. Donde el futuro parece negro e incierto, él lleva la esperanza. En nuestro caso, cuando Papá Noel nos viene a visitar, al día siguiente todos nos sentimos contentos por continuar vivos y por poder realizar nuestra trabajo, que es el de alegrar a las personas. Que esto nunca se te olvide.
Pasó el tiempo, el niño se transformó en un muchacho, y cierto día la familia pasó por delante de la imponente abadía de Melk, que acababa de ser construida. El joven Buckhard quería quedarse allí. Los padres comprendieron y respetaron su deseo. Llamaron a la puerta del convento, que aceptaron al joven Buckhard como novicio.
Llegó la víspera de la Navidad y, justamente ese día, se obró en Melk un milagro muy especial: Nuestra Señora, llevando al Niño Jesús en brazos, decidió bajar a la Tierra para visitar el monasterio.
Sin poder disimular su orgullo, todos los religiosos hicieron una gran fila, y cada uno de ellos se iba postrando ante la Virgen, procurando homenajear a la Madre y al Niño.
Al final de la fila, el joven Buckhard aguardaba ansioso. Sus padres eran personas simples, y sólo le habían enseñado a lanzar bolas a lo alto para hacer con ellas algunos malabares.
Cuando le tocó el turno, los otros religiosos querían poner fin a los homenajes, pues el antiguo malabarista no tenía nada importante que decir, y podría dañar la imagen del convento. Sin embargo, también él sentía en lo más hondo una fuerte necesidad de ofrecerles a Jesús y a la Virgen algo de sí mismo.
Avergonzado, sintiendo la mirada recriminatoria de sus hermanos, se sacó algunas naranjas de los bolsillos y comenzó a arrojarlas hacia arriba para atraparlas a continuación, creando un bonito círculo en el aire.
Fue sólo entonces cuando el Niño Jesús empezó a aplaudir de alegría en el regazo de Nuestra Señora. Y fue solo a este muchacho a quien la Virgen María le extendió los brazos y le permitió sostener durante un tiempo al Niño, que no dejaba de sonreír.
(inspirada en una historia medieval)

Nochebuena 

de Amado Nervo

Pastores y pastoras,
abierto está el Edén.
¿No oís voces sonoras?
Jesús nació en Belén.
La luz del cielo baja,
el Cristo nació ya,
y en un nido de paja
cual pajarillo está.
El niño está friolento.
¡Oh noble buey,
arropa con tu aliento
al Niño Rey!
Los cantos y los vuelos
invaden la extensión,
y están de fiesta cielos
y tierra... y corazón.
Resuenan voces puras
que cantan en tropel:
Hosanna en las alturas
al Justo de Israel!
¡Pastores, en bandada
venid, venid,
a ver la anunciada
Flor de David!…

Libros sobre la Navidad


¡NAVIDAD, NAVIDAD, DULCE NAVIDAD! (MI MUNDO).
¿Qué significa la Navidad? ¿Se celebra igual en todo el mundo? ¿Por qué decoramos el árbol de Navidad con bolas y guirnaldas?

CUENTOS DE NAVIDAD DE CHARLES DICKENS: CANCIÓN DE NAVIDAD; LAS CAMPANAS; EL GRILLO DEL HOGAR; EL HECHIZADO; LA BATALLA DE LA VIDA.
Este volumen, ricamente ilustrado con la obra de algunos de los más brillantes artistas de su tiempo ( Edwin Landseer, John Leech , Richard Doyle o John Tenniel , entre otros) reúne los cuentos publicados entre las navidades de 1843 y las de 1848, es decir, Canción de Navidad , Las campanas , El grillo del hogar , La batalla de la vida y El hechizado . Si Canción de Navidad ha pasado a la historia como el compendio del estilo dickensiano, marcado por el realismo, la recreación de los sentimientos y el hálito poético que embellece sus descripciones, los otros relatos que entre 1843 y 1848 dedicó a estas fiestas son igualmente estremecedores textos en los que se combinan con singular acierto el realismo con elementos de la novela gótica (el misterio, el horror, el milagro).

El libro de Navidad.
¿Sabías que el rey Baltasar no siempre ha sido negro? ¿Y que es probable que Jesús naciera unos años "antes de Cristo"? ¿Te has preguntado alguna vez por qué comemos doce uvas en Nochevieja o de dónde procede la costumbre de preparar los zapatos la noche de Reyes?
El Libro de Navidad desvela todos los secretos y da respuesta a todas las preguntas en torno a esta época del año (o estado del espíritu, como han llamado algunos a la Navidad)
Salpicada de pequeñas historias, creencias y leyendas que hacen de su lectura un placer, esta obra explica de forma sencilla y clara, pero rigurosa y siempre con humor, el origen y el sentido de las tradiciones navideñas que mantenemos. Podremos saber cómo el obispo San Nicolás acaba vestido de Papa Noel repartiendo regalos en un trineo volador, por qué tomamos turrón sólo en Navidad a quién se le ocurrió por primera vez adornar un árbol. Pero además, se recogen decenas de anécdotas, curiosidades, récords, supersticiones asociadas a la Navidad, costumbres de otros países llenas de simbolismo. Todo ello magníficamente ilustrado, lo que convierte esta obra en el libro definitivo de Navidad.

UNA NAVIDAD DIFERENTE: UNA NAVIDAD DE LOCOS.
Una Navidad diferente, gira en torno a en tres miembros de una familia de clase media norteamericana las semanas previas a Navidad. Por primera vez, la hija del matrimonio no pasará, lo que obligará a éstos a replantearse las fiestas. Grisham será el productor ejecutivo de la película que, a partir de esta novela, comenzará a principios del próximo año.

EL ALBUM DE NAVIDAD.
Este «álbum de Navidad» se presenta ahora en estuche-caja de regalo, con cuentos y actividades para que los niños descubran y vivan la historia de Navidad y el nacimiento de Jesús, y conozcan nuestras tradiciones y costumbres. - Cuentos con la historia de Navidad: Algo se trama en el cielo, Dios necesita una mamá, Siguiendo una estrella, De camino a Belén, ¡Dios nos ha nacido! y Llegan a Belén los Reyes Magos. - Saber más: Cómo era la vida en Palestina, quiénes eran los Reyes Magos, quiénes son los ángeles...

LA MAGIA DE LAS CUENTAS DE NAVIDAD (CREA CON PATRONES).
Adornos para decorar en Navidad, originales figuras planas y tridimensionales, con 27 proyectos para realizar de forma muy fácil. Diversión con cuentas y abalorios para la Navidad: alegres pingüinos, duendecillos y aves de invierno posadas en un aro. Todos ellos realizados con pequeñas cuentas. Una fascinante decoración para el árbol, la mesa o la ventana, o para hacer pequeños regalos por Navidad.

EL ESPIRITU DE NAVIDAD Y OTRAS HISTORIAS NAVIDEÑAS.
El Espíritu de Navidad y otros relatos agrupa seis cuentos publicados en la revista Asimov's Magazine y dos totalmente originales: comienza con Milagro en el que una oficinista espera que su apuesto compañero se fije en ella en la fiesta de Navidad de la empresa donde trabajan; En la tienda de juguetes de Coppelius, un sujeto narcisista descubrirá que 'Cosechas lo que siembras' es algo más que un dicho al verse encerrado en una tienda de juguetes atestada de gente en Navidad; en el magnífico Adaptación los espíritus de las Navidades.
 OTROS ENLACES QUE PUEDEN AYUDAROS A PASAR UNA MARAVILLOSA NAVIDAD.

(VILLANCICOS EN VARIOS IDIOMAS)
(CANCIONES DE NAVIDAD ACTUALES)
(JUEGOS DE NAVIDAD)
(RECETA PARA PREPARAR UN SABROSO ROSCÓN DE REYES)
(INFORMACIÓN NAVIDEÑA)
(SMS PARA ENVIAR EN NAVIDAD)

Cuento de Navidad de José María Candel.

ESPERO LA CORRESPONDENCIA DE LOS ALUMNOS DE 1º ESO PARA DECORAR MI ÁRBOL DE NAVIDAD.