Los millones de niños afectados por el tifón en
Filipinas, por el conflicto en Siria, las guerras en África y la pobreza en
otras partes del mundo, nos recuerdan a diario lo vulnerable que es la infancia
ante los desastres naturales y las atrocidades provocadas por los adultos.
“Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a
ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir
con todas sus fuerzas aquéllo que desea”.
“Debemos escuchar al niño que fuimos un día y que existe
dentro de nosotros. Ese niño entiende de instantes mágicos”.
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