martes, 19 de abril de 2016

EL CASTELLANO: LA LENGUA DE CERVANTES.

Don Miguel de Cervantes Cortina, conocido como Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) fue soldado, poeta y novelista español. Nació en Alcalá de Henares y ha dado esplendor a la lengua española con sus aportaciones tanto a esta como a la literatura.
Su obra maestra, El Quijote, alcanza valor universal por su profunda españolidad, por su complejidad y riqueza.
Mercedes Santos Moray dice: "No importan los siglos que nos separan de su escritura original, el mensaje de Cervantes llega hasta nosotros por su profunda universalidad, por su expresión de los valores de la cultura humana, enmarcados en la geográfica expresión de España … , y sobre todo, por su trascendente mensaje ético".
Cervantes pone toda la lengua en acción. En él no existen prejuicios. Lo que quiere es que todo español hable con libertad. En cada momento hace que la lengua cumpla una función específica.
Justo de Lara afirma: "si entonces hubiera existido una Academia Española, Cervantes, al revés de Quevedo, habría tenido que expurgar grandemente sus obras de los barbarismos que las plagaban, para merecer asiento entre los que ‘limpian, fijan y dan esplendor’ al habla de Castilla".
Cervantes explota no solo lo popular.  Él sabe fusionar lo culto y lo popular; ya quedan íntimamente mezclados y amistosamente vinculados en los dos personajes centrales de El Quijote. Sin ninguna duda tienen razón los que consideran que una de las mejores lecciones cervantinas está en su lenguaje.
1.- ¿Por qué al castellano se le llama la Lengua de Cervantes?
Más de veinte naciones y cerca de quinientos millones de personas de todo el mundo emplean la lengua de Cervantes como medio de comunicación.
A Cervantes se le  considera la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito su obra Don Quijote de la Mancha, que para muchos críticos es la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal.
Es el libro más editado y traducido de la historia, solo superado por la Biblia.6  A Cervantes se le ha dado el sobrenombre de «Príncipe de los Ingenios».
“Enfrena la lengua, considera y rumia las palabras antes que te salgan de la boca”. Esta advertencia aparece en “Don Quijote de la Mancha”. Los refranes son muy utilizados por el autor. El protagonista, Don Quijote, los define así:   “son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios”. Tradicionalmente, el campesino recurría a los refranes para solventar sus limitaciones culturales y lingüísticas. Los dichos populares permitían a Sancho Panza manifestar sus opiniones y justificar su conducta, de forma rápida y sencilla, ante su amo.

A lo largo de la obra, los personajes nos dejan numerosos consejos en forma de dichos y refranes, aunque el mismo don Quijote advierta que “el refrán que no viene a propósito antes es disparate que sentencia”. Sabemos que Sancho recurre a ellos continuamente, y por eso también le advierte que “cargar y ensartar refranes a troche moche hace la plática desmayada y baja”.
El “Quijote” es una novela que hasta hoy asombra por la riqueza y complejidad de su contenido, su estructura y su técnica narrativa. Admite muchos niveles de lectura e interpretaciones diversas como obra de humor, de crítica a la condición humana, de lucha trágica entre la realidad y el deseo, etc. Además, constituye una asombrosa lección de teoría y práctica, literarias y lingüísticas, donde a menudo se discute sobre libros, cómo narrar historias y usar nuestro lenguaje.
Algunas afirmaciones de Don Quijote:
“En la lengua consisten los mayores daños de la vida humana”.
“Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo”
“La pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos”.
“Habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala”.
“Llaneza, muchacho; no te encumbres, que toda afectación es mala”.
“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”.
Otras de Sancho: 
“No importa: yo me entiendo, y sé que no he dicho muchas necedades en lo que he dicho; sino que vuesa merced, señor mío, siempre es ‘friscal’ de mis dichos, y aun de mis hechos.
–Fiscal has de decir –dijo don Quijote–, que no friscal, prevaricador del buen lenguaje…”.
2.- Arquetipos actuales de D. Quijote y Sancho.
Hoy un Quijote podría ser cualquier persona idealista que busque el bien de la humanidad . Don Quijote quería cambiar el mundo. Un voluntario de los muchos que colaboran por una buena causa sería un Quijote. Un escritor comprometido, un artista, un cantante… 
Piensa a quién puedes considerar tú un Quijote actual y aporta ideas en el debate que tendrá lugar en clase. Puedes poner nombre propio a esos quijotes del siglo XXI.
¿Y Sanchos? ¿Quién reúne las características de Sancho Panza en la sociedad actual? Sancho quiso desprenderse de la rutina para seguir a un hombre que le ofrecía aventuras y una ínsula. Quizá esas  personas que buscan el éxito fácil y quieren enriquecerse rápidamente pudieran ser considerados los Sanchos de la sociedad de nuestro siglo. Piensa y pon nombre a los Sancho Panza actuales.
3.- ¿Qué aspecto tendría hoy Don Quijote?  Literatura y humor Una de las cosas que más sorprendieron y divirtieron a los coetáneos de Cervantes al leer la novela, según dice Martín de Riquer, fue el aspecto de don Quijote, verdaderamente ridículo para la época. Lo malo, en la actualidad, es que don Quijote es tan célebre que nos hemos acostumbrado a su aspecto y, por lo tanto, ni nos sorprende ni nos divierte tanto como a los lectores de hace cuatrocientos años. Así que me pregunté, para tratar de sentir lo mismo que el lector de 1605: ¿cómo sería hoy don Quijote?
1. Don Quijote vivía en una pequeña aldea. Dejémoslo así, y atribuyamos al don Quijote actual un origen rural.
2. Cervantes no dice la edad que tenía don Quijote, pero Martín de Riquer indica que, a juzgar por todos los indicios, Cervantes estaba pensando en un personaje de unos cincuenta o cincuenta y pocos años. Esa edad, en aquella época, era bastante elevada (aun hoy en día hay muchos países con esperanzas de vida por debajo de los 60 años). Por eso pensé que un don Quijote actual tendría en torno a los 75 años, quizá alguno más.
3. A don Quijote, ya lo sabemos, “se le secó el cerebro” de tanto leer libros de caballerías, que estaban de moda hacia 1600, y acabó convencido de ser un caballero andante. Los caballeros tenían ante sí una misión elevada: hacer justicia allí donde se toparan con la injusticia.
Un don Quijote actual no podría creerse caballero andante, porque los libros de caballerías hace demasiado que ya no están de moda. En cambio, desde hace décadas sí han estado de moda los superhéroes. De alguna manera han suplantado a los caballeros andantes dando respuesta a la necesidad de justicia de los lectores: los superhéroes, como antaño los caballeros, están dotados de fuerza y facultades prodigiosas, se enfrentan a peligros superlativos, persiguen fines nobles y son un dechado de valentía. La lista de superhéroes que ha dado el siglo XX es innumerable. Así que me dio en considerar que un don Quijote actual se creería superhéroe antes que caballero andante, y con esa idea me quedé.

4. Don Quijote vestía una armadura que había sido de su bisabuelo, en un momento en que ya nadie vestía armadura. A los lectores actuales no nos sorprende su imagen, tras cuatro siglos de fama, pero en 1605 que un tipo fuera recorriendo los alrededores de su aldea así ataviado era, sencillamente, ridículo, según cuenta Martín de Riquer. Supuse que un don Quijote actual también debería vestir las ropas de su bisabuelo. Y no unas ropas cualquiera, porque la armadura, cuando se llevaba, no era cualquier cosa: era una vestimenta especial. Lo más aproximado a algo especial, no vistiendo armadura los bisabuelos de los actuales setentones, serían unas ropas de gala: es decir, mi don Quijote actual debería vestir la ropa de gala propia de un entorno rural de la segunda mitad del siglo XIX, que en casi todas partes está muy cerca de ser lo que ahora conocemos como “trajes regionales”, como cualquiera puede comprobar viendo fotografías de la España rural de principios del XX.
5. A comienzos del siglo XVII, el medio de transporte más utilizado eran las cabalgaduras. Y los caballeros andantes montaban todos briosos corceles. Birrioso corcel fue el único que pudo elegir don Quijote, porque Rocinante, ya lo sabemos, estaba hecho una lástima y apenas podía galopar una pequeña distancia sin caer rendido.
Hoy, en cambio, todo el mundo se desplaza en coche, y los superhéroes, en concreto, en “super coches” dotados de avances espectaculares. Un don Quijote actual seguramente debería ir en coche. Pero en un coche que fuera a los coches actuales lo que Rocinante a los briosos corceles. En un mundo donde todos suspiran por Ferraris y Lamborghinis, al don Quijote actual  le adjudiqué un viejo y destartalado Seat Panda.
6. Por último, para completar su atuendo, Cervantes colocó en la cabeza de don Quijote lo que el pobre personaje creyó yelmo de Mambrino, y que era en realidad bacía de barbero. En aquella época era frecuente verlas, entre otras cosas porque los barberos iban y venían. Y con semejante cacharro en la cabeza iba el pobre don Quijote solemnemente montado en un caballo medio muerto.
Es difícil creer que un don Quijote actual pudiera llevar en la cabeza una bacía de barbero, pues no es algo que se vea ya en ningún sitio. ¿Qué podía entonces llevar en la cabeza mi don Quijote actual que pudiera confundirse con uno de esos cascos que lucen algunos superhéroes? Debía de ser algo que pueda verse por la calle en estos tiempos sin resultar del todo extraño. Y se me ocurrió que bien podría llevar un “tupper” redondo en el que algún trabajador llevara su almuerzo de la misma manera que el barbero expoliado por el genuino don Quijote llevaba su bacía.
En resumen, si el auténtico don Quijote era un vejete (para la época) de algo más de cincuenta años, que se creía caballero andante, que vestía la armadura de su bisabuelo cuando ya nadie vestía armadura, que llevaba en la cabeza una bacía de barbero y que montaba un caballo que apenas se tenía en pie, un don Quijote actual, que produjera entre nosotros una sorpresa equivalente a la del original en 1605, bien podría ser un hombre rural, de más de 75 años, que se creyera superhéroe, y fuera por el mundo tratando de impartir justicia vestido con la ropa de gala de su bisabuelo (ropa de la segunda mitad del XIX, presumiblemente con trazas de traje regional), con un “tupper” en la cabeza, y montado en un destartalado Seat Panda.
Os dejo este interesante reportaje de TVE sobre Cervantes.











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