miércoles, 22 de marzo de 2017

LITERATURA ESPAÑOLA DEL S. XV

El siglo XV es un periodo de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna. Se produjeron profundos cambios, perduran elementos medievales y nacen otros que anuncian lo moderno o renacentista. La conciencia de crisis provoca un sentimiento de inseguridad y de pesimismo, ya que el mundo se concibe como un caos regido por el azar, o por la diosa Fortuna, la alegoría más representativa de la época. El periodo ha sido llamado “el otoño de la Edad Media”, expresión que manifiesta la crisis de los valores medievales, la descomposición de una sociedad que se había basado en la estricta división de los estamentos sociales, el poder de la Iglesia y los ideales religiosos y caballerescos.
.- Se produce la disgregación del mundo feudal. El poder se concentra en el rey en detrimento del poder de la aristocracia y la Iglesia.
.- Desde el punto de vista económico, surgen actividades mercantiles gracias a la expansión de las vías de comunicación, de los medios de transporte y por el auge comercial.
.- Socialmente, se desarrolla la agricultura, la ganadería, la industria y el comercio lo cual implica el crecimiento de la clase burguesa que difunde una nueva mentalidad y unos nuevos valores: la individualidad e independencia de los seres humanos, la importancia del provecho económico, el interés por el avance científico y técnico y el ansia de conocimiento.
.- Con respecto a la cultura la invención de la imprenta (Gutenberg h.1440) supuso que los libros llegaran a un público más amplio y que la lectura se convirtiera en una actividad individual (aunque la literatura oral y la lectura en voz alta convivieran mucho tiempo con la lectura en soledad).
Lo más notable desde el punto de vista cultural es el desarrollo de un movimiento cultural que surge en Italia denominado HUMANISMO. Considera al hombre el centro del universo frente a la concepción teocéntrica medieval. Además, revaloriza el cultivo de las letras y las bellas artes y vuelve los ojos a la Antigüedad greco-romana.

HECHOS IMPORTANTES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA EN EL S XV.
.- Se produce una lucha de poder entre la oligarquía nobiliaria y La Corona.
.- Se suceden las guerras y en ellas cumplen un papel muy importante los burgueses.
.- 1474: Sube al trono de Castilla la princesa Isabel, casada con el príncipe Fernando que era el heredero de La Corona de Aragón. Los dos grandes reinos peninsulares quedan unidos aunque cada uno seguirá teniendo sus propias leyes y fueros.
.- Los Reyes Católicos comienzan a poner los pilares de un Estado moderno: refuerzan el poder de la monarquía sometiendo a la nobleza, establece el Tribunal de la Inquisición y llevan a cabo la limpieza de sangre: conversión de judíos y moriscos.
.- Importantes acontecimientos históricos de 1492: conquista del Reino nazarí de Granada, descubrimiento de América y publicaciones de la primera Gramática en lengua castellana por Elio Antonio de Nebrija.
.- Los nobles y los burgueses enriquecidos comienzan a darse cuenta de la utilidad del saber.
.- En Castilla las rudas formas de vida medievales se refinan y la cultura será un rasgo de distinción social. De ahí la abundante literatura cortesana.

La información de esta entrada está tomada de este magnífico blog que aconsejo que consultéis.https://lclcarmen1bac.wordpress.com/2011/10/08/tema-4-la-literatura-del-siglo-xv-apuntes-y-power-point/
El amor cortés
En el siglo XII surge en Provenza un tipo de poesía que tendrá gran influencia en toda Europa. Sus creadores son los trovadores y su tema el amor. Se considera a la mujer como un ser superior al que el enamorado rinde culto y vasallaje, como si de un señor feudal se tratara. Este tipo de amor recibirá el nombre de amor cortés.
- El poeta se declara siervo de la dama, a la que llama mi señor, y que aparece caracterizada como un cúmulo de perfecciones (belleza, honestidad…)
- Este servicio o amor a la dama ennoblece el espíritu del enamorado.
- La honestidad de la dama impide que pueda acceder a sus deseos (por ello es acusada de cruel por el poeta: la frustración de este transforma el sentimiento amoroso, en principio jubiloso, en sufrimiento y dolor, un dolor inevitable (pues no le es posible dejar de amar), que pone en peligro su vida y que le hace desear la muerte.
Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique.
Las Coplas a la muerte de su padre son una elegía en la que la experiencia dolorosa de la desaparición de Rodrigo Manrique conduce al poeta a una meditación en torno a la vida y la muerte, tras la que propone a su padre como modelo de caballero cristiano.
Las Coplas se sitúan dentro de una extensa corriente literaria que se ocupa del tema de la muerte. Esta literatura no hacía sino reflejar la permanente preocupación por la muerte  que se sentía en el convulso periodo de la Baja Edad Media (guerras, hambrunas, epidemias, revueltas…). Se extiende entonces una visión macabra y truculenta de la muerte que provoca pavor, corrompe lo que había sido bello y destruye las glorias que se levantaron en vida. Es la visión que ofrecen, por ejemplo, las Danzas de la muerte.
Jorge Manrique sintetiza el pensamiento que sobre este tema se aprecia tanto en la literatura como en las predicaciones. Si bien desecha la visión siniestra ofrecida por las Danzas de la muerte, va a recoger una serie de ideas:
1.- La consideración del mundo como vanidad de vanidades.
2.- El menosprecio de la vida terrena, la cual solo tiene valor porque procura la vida eterna en el cielo.
3.- La convención del ubi sunt, interrogación retórica en la que se pregunta dónde han ido a parar aquellos ilustres personajes famosos por sus glorias. Se trata de un tópico de origen bíblico.
4.- La inestabilidad de la Fortuna.
5.- La presencia igualadora de la muerte implacable.
Se pueden añadir otras ideas tradicionales habituales en el siglo XV: el recuerdo de la felicidad pasada como un sufrimiento, la consideración de que el tiempo pasado fue mejor que el presente y que el futuro hay que darlo por perdido, la existencia de tres vidas: la terrena, la de la fama y la eterna, etcétera.

·      Recursos estilísticos: formas exhortativas, estilo expositivo, sentenciosidad, etc.

·      Composición: explicación mediante ejemplos, ideas que se despliegan pasando de lo abstracto a lo concreto, división en tres partes de los temas, etc.

·      Didactismo del sentido cristiano de la vida: primacía de lo espiritual eterno sobre lo humano, menosprecio del mundo, muerte como tránsito para la vida eterna, etc.

La estructura de las Coplas: se pueden dividir en tres partes:
·      Primera parte: ocupa las primeras trece estrofas y en ellas el poeta reflexiona sobre la fugacidad de las cosas terrenales y expone la visión cristiana de la vida, atenta siempre a la eternidad.
·      Segunda parte: ejemplifica este carácter transitorio de lo mundano. Se trata del tópico del ubi sunt, característico de la literatura funeral, pero con la originalidad que se mencionan sólo ilustres personajes de la historia castellana reciente.
·      Tercera parte: la constituye la glorificación de Rodrigo Manrique, ejemplo de noble cristiano. Esta última parte viene a modificar la visión de la muerte aniquiladora de todo lo vivo expuesta en las primeras veinticuatro estrofas. Rodrigo Manrique llega a triunfar con su fama sobre la muerte. Así, la amargura deja paso a un cierto sentimiento de gozo por la vida y de optimismo que consuela al hombre en su destino mortal.
Métricamente, el poema está escrito en coplas de pie quebrado: estrofas formadas por dos sextillas con rima independiente: 8 a, 8 b,  4 c, 8 a, 8 b, 4 c.
En cuanto al estilo, hay que subrayar su sencillez, lejos de la grandilocuencia y la afectación de la poesía del momento, las Coplas destacan por su naturalidad estilística y el lenguaje llano. El lenguaje poético, además, profundiza en la búsqueda de nuevas formas: la concisión, las figuras de dicción, las antítesis, los juegos conceptuales, el recurso a la propia experiencia vital en la expresión poética, alejándose de la abstracción y, sobre todo, el uso original de las imágenes que, aunque tomadas de la tradición y con precedentes en su empleo literario, sirven para poetizar unas reflexiones sobre la vida y la muerte bastante extendida en las predicaciones y la literatura didáctica.
LA PROSA DEL SIGLO XV
Prosa didáctica
Destacan dos figuras representativas de la primera mitad del siglo XV, Enrique de Villena, autor de Los doce trabajos de Hércules y Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera, autor de El Corbacho, donde destaca la espléndida utilización del habla popular de la época.
Prosa de ficción
Dos son los grandes géneros que se desarrollan en este siglo: los libros de ficción sentimental y los libros de caballerías.
a) Las narraciones sentimentales:
Anticipan muchos rasgos de la novela moderna: personajes en conflicto con su entorno, análisis de la intimidad individual, cierta evolución psicológica de los personajes, protagonistas angustiados y desdichados, etc. La obra cumbre de este género es la Cárcel de amor de Diego de San Pedro, libro muy popular en su tiempo.
b) Los libros de caballerías.
La primera muestra estrictamente peninsular es el Libro del Caballero Zifar, escrito hacia 1300. De finales del siglo XV es el Tirant lo Blanch, en lengua catalana, pronto traducido al castellano.
El libro de caballerías  más importantes es, sin embargo, Amadís de Gaula.
Los libros de caballerías son libros de aventuras protagonizadas por caballeros cuya misión es restablecer el orden y proteger a los indefensos.  Los valores que representa el protagonista  serán los típicos del caballero feudal: valor, honor, lealtad y religiosidad. Estos héroes y la imagen del mundo que transmiten están muy idealizados.
Literariamente, los personajes de los libros de caballerías son meros tipos, sin apenas evolución ni desarrollo psicológicos, el amor es el tema central de las obras; los escenarios son imaginarios y, a menudo, maravillosos.
EL TEATRO EN EL SIGLO XV.
Existen variados testimonios de que en este siglo se desarrollaba cierta actividad teatral en Castilla, e incluso conservamos diversos textos teatrales. No obstante, hay que indicar que durante la Edad Media y aun en el siglo XVI, es difícil distinguir entre el puro espectáculo teatral y las distintas conmemoraciones, celebraciones, ferias y fiestas.
Danzas de la muerte.
Forman parte de un grupo de largos poemas o danzas de la muerte, abundantes en la literatura europea de finales de la Edad Media, en una época en la que la obsesión por la muerte tuvo su reflejo en la literatura y el arte. En las danzas la muerte invita a un siniestro baile a todos los nacidos, desde los más poderosos al campesino más humilde. Se insiste en el poder igualatorio de la muerte, lo que implica una abierta sátira social.
Teatro religioso
Se conocen diversas manifestaciones dramáticas desde mediados del siglo XV. Estas obras, llamadas autos, se representaban en carros o escenarios móviles durante la festividad del Corpus y constituyen el antecedente de los autos sacramentales.
Conservamos algunos dramas religiosos, como dos obras de los ciclos de Navidad y de la Pasión de Gómez Manrique, o un Auto de la Pasión atribuido a Alonso del Campo.
Característico del teatro navideño es un personaje que luego será muy importante en todo el teatro posterior: el pastor bobo. Presentado como descreído a causa de su ignorancia, es el personaje central de la representación, que concluye su conversión final. Posee un valor alegórico, más allá de su diseño cómico primario.
Teatro profano
A finales de siglo, tenemos ya también notables muestras de teatro profano. En su aparición es fundamental el refinamiento en los gustos de la nobleza, que comienza a dar acogida en los palacios a las representaciones dramáticas.
En esta transformación tiene una enorme importancia la labor del primer gran autor teatral castellano: Juan del Encina. De orígenes modestos, su valía le hace destacar como músico y poeta, y también como actor y autor dramático. Desarrolló su labor teatral en Alba de Tormes, al servicio de los duques de Alba, en cuya corte se representaron sus creaciones. Lo más significativo de su teatro es la utilización de personajes campesinos que hablan un lenguaje rústico y chistoso.
La Celestina.
Texto y autor
En 1499 se publica anónima la Comedia de Calisto y Melibea. Constaba de 16 actos. Se reedita al año siguiente, acompañada de unos preliminares en los que aparece el nombre del autor, Fernando de Rojas, que dice haberse encontrado el acto I ya escrito por un desconocido y haber continuado la obra. En 1502 se imprime con un nuevo título Tragicomedia de Calisto y Melibea y con importantes novedades, cinco nuevos actos, diversas interpolaciones, modificaciones y supresiones, y un prólogo en el que Rojas justifica los cambios. Éste es el texto definitivo que ha pasado a la historia con el título de La Celestina, nombre del personaje más significativo de la obra. El éxito de la Tragicomedia será inmenso y las ediciones se sucederán desde entonces.
Fernando de Rojas nació en La Puebla de Montalbán (Toledo) hacia 1475, en el seno de una familia de judíos conversos (su padre fue  condenado por la Inquisición en 1488 por judaizar). Estudió leyes en Salamanca y en esa época debió de componer La Celestina. Establecido en Talavera de la Reina en 1507, llegó a ser alcalde de la ciudad. Se casó con una mujer también de familia conversa y vivió, pues, durante toda su vida en el ambiente hostil a esta minoría, como prueba el que, cuando su propio suegro, fue procesado en 1525, al ser propuesto Rojas como defensor, fuera él mismo considerado sospechoso. Murió en 1541.
Género y estilo
La Celestina es una obra dialogada de considerable extensión. Esto ha hecho que para unos se trata de una obra de teatro, mientras que otros piensan que estamos ante una novela dialogada.
Los partidarios de que se trata de una obra de teatro argumentan que no existe narrador alguno,  los personajes  hablan siempre directamente y sus palabras son las que crean la realidad que los rodea y ordenan el espacio y el tiempo de la acción. La obra no estaría destinada a la representación pública, sino a la lectura colectiva, según una extendida costumbre en los medios escolares de la época. Aparte de estas razones esenciales, la obra pertenecería al género dramático en razón de los modelos literarios de los que parte: la comedia romana y la comedia humanística italiana.
Los defensores de que se trata de una novela mantienen que el libre tratamiento del espacio y el tiempo, la existencia de escenas no dramáticas y el diseño de los personajes, retratados en la intimidad, con cierta evolución psicológica y marcado individualismo, serían rasgos más propios de la novela que del drama, a lo que podría sumarse el carácter irrepresentable del texto.
En cuanto al lenguaje y estilo, coinciden en la obra la lengua culta y erudita y la lengua popular. Cada personaje suele hablar de acuerdo a su condición social, salvo Celestina que cambia de registro según el interlocutor o la situación en que se encuentren.
La lengua culta abunda en latinismos, frases largas, verbos al final de la oración, utilización de sentencias cultas o citas de la Antigüedad clásica.
La lengua popular es, por el contrario, viva y rápida, con numerosos refranes, frases cortas, expresiones coloquiales, chistes, insultos…
La variedad lingüística muestra el poder de la palabra en la Tragicomedia, que sirve para comunicar y relacionarse con los demás, pero también para persuadir, convencer, engañar y dominar a los otro.
Los personajes
Los personajes de La Celestina se dividen en dos grupos sociales: los personajes de elevada clase social (Calisto, Melibea, Pleberio y Alisa) y los de las clases populares (Celestina, Sempronio, Pármeno, las prostitutas Areúsa y Elicia y los criados Tristán y Sosia).
a) Los personajes de elevada clase social
·    Calisto: es el galán. Rico, ocioso, posee rentas y criados. Se comporta como un enamorado cegado por la pasión.  Para conseguir su objetivo, la conquista de Melibea, carece de escrúpulos y utiliza todas las artimañas imaginables. Habla con un lenguaje retórico propio de la literatura cortesana. Se ha visto en él una parodia del héroe de los libros sentimentales.
·    Melibea: también es una joven rica y de buena familia. Se comporta de una manera muy activa en la obra. No oculta su pasión y muere finalmente por ella. Algunos críticos la ven, igual que a Calisto, como un ejemplo de una persona trastornada por la pasión y, por tanto, también paródica. Otros consideran que es un personaje de carácter rebelde, honesto y sincero, cuya pureza de sentimientos contrasta con los de su amante.
·    Pleberio y Alisa: padres de Melibea, son personajes de poco relieve, excepto al final de la obra, cuando se comportan como padres que desconocen los verdaderos sentimientos de su hijo y se muestran sorprendidos por los acontecimientos que se descubrirán en el final del drama.
B) Los personajes de clases populares
·    Celestina: alcahueta, maga y hechicera, con gran conocimiento de la vida y del corazón humano. Es la figura central en las relaciones del resto de los personajes de la obra. Pese a su sabiduría, está cegada por la ambición, lo que la conducirá a la muerte. El tipo de la alcahueta o tercera tenía ya una larga tradición literaria (comedia latina, la Trotaconventos del Libro de buen amor) y era un personaje conocido en la literatura popular medieval. La maestría de Fernando de Rojas consiste en fundir todos esos modelos y superarlos, convirtiendo al estereotipo literario en un personaje  dotado de individualidad, de intimidad personal y de intensa vida propia.
·    Los criados (Pármeno y Sempronio, Tristán y Sosia) y las prostitutas (Areúsa y Elicia) representan el dominio de los sentidos, del interés egoísta y de la codicia. Todos ellos son conscientes de su posición de clase y, salvo Tristán y Sosia, odian a sus amos.

Contenido e intención del autor
Amor, muerte, ambición, egoísmo, codicia, lucha de clases son los temas centrales de La Celestina. Amor entre los protagonistas y también en las personas de baja clase social (lo que es en la literatura culta muy novedoso); muerte de gran parte de los personajes; ambición extrema en los criados y la vieja alcahueta, pero también en Pleberio, el padre de Melibea, que ha dedicado su vida a atesorar bienes; lucha de clases desde la primera hasta la última página.
En cuanto a las interpretaciones de la obra hay dos opiniones básicas: hay quienes consideran que la obra tiene una finalidad moral y pretende mostrar a los lectores las consecuencias de los malos comportamientos. Otros, haciendo hincapié en el origen converso del autor, subrayan la visión que ofrece de esa realidad conflictiva, su desengaño y su honda desesperación, la concepción de la vida como guerra e, incluso, su completo nihilismo.[1]
La obra refleja ejemplarmente la mentalidad de la sociedad castellana de fines de siglo XV y los valores propios del capitalismo incipiente: el afán de lucro[2], el pragmatismo[3], el individualismo, el placer de la vida. La mentira, la traición y el engaño marcan la vida de los personajes, así como el dinero, que lo puede todo. Los personajes se utilizan los unos a los otros y no hay verdadera solidaridad ni amistad. Ni siquiera amor que es ciega pasión o puro interés, esto ocurre incluso ante el sentido planto de Pleberio tras el suicidio de su hija que parece lamentarse exclusivamente por la pérdida de la heredera.
La Celestina cierra de modo brillante la literatura castellana medieval, mostrando abiertamente el conflicto entre los nuevos y viejos valores. Los personajes, los sentimientos, incluso los modelos literarios son sistemáticamente destruidos en una sociedad competitiva y materialista. Fernando de Rojas niega los valores del pasado pero no propone otros. En La Celestina no parece existir el futuro.





[1] Nihilismo: negación de todo principio religioso, político y social.
[2] lucro: ganancia o provecho que se saca de algo.
[3] pragmático: actitud y pensamiento que valora sólo la utilidad y el valor práctico de las cosas.

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