El siglo XV es un periodo de transición entre la Edad Media y la Edad
Moderna. Se produjeron profundos cambios, perduran elementos medievales y
nacen otros que anuncian lo moderno o renacentista. La conciencia de crisis
provoca un sentimiento de inseguridad y de pesimismo, ya que el mundo se
concibe como un caos regido por el azar, o por la diosa Fortuna, la alegoría
más representativa de la época. El periodo ha sido llamado “el otoño de la Edad
Media”, expresión que manifiesta la crisis de los valores medievales, la
descomposición de una sociedad que se había basado en la estricta división de
los estamentos sociales, el poder de la Iglesia y los ideales religiosos y
caballerescos.
.- Se produce la disgregación del mundo feudal. El poder se concentra en el rey en detrimento del poder de la aristocracia y la Iglesia.
.- Desde el punto de vista económico, surgen actividades mercantiles gracias a la expansión de las vías de comunicación, de los medios de transporte y por el auge comercial.
.- Socialmente, se desarrolla la agricultura, la ganadería, la industria y el comercio lo cual implica el crecimiento de la clase burguesa que difunde una nueva mentalidad y unos nuevos valores: la individualidad e independencia de los seres humanos, la importancia del provecho económico, el interés por el avance científico y técnico y el ansia de conocimiento.
.- Con respecto a la cultura la invención de la imprenta (Gutenberg h.1440) supuso que los libros llegaran a un público más amplio y que la lectura se convirtiera en una actividad individual (aunque la literatura oral y la lectura en voz alta convivieran mucho tiempo con la lectura en soledad).
Lo más notable desde el punto de vista cultural es el desarrollo de un movimiento cultural que surge en Italia denominado HUMANISMO. Considera al hombre el centro del universo frente a la concepción teocéntrica medieval. Además, revaloriza el cultivo de las letras y las bellas artes y vuelve los ojos a la Antigüedad greco-romana.
HECHOS IMPORTANTES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA EN EL S XV.
.- Se produce una lucha de poder entre la oligarquía nobiliaria y La Corona.
.- Se suceden las guerras y en ellas cumplen un papel muy importante los burgueses.
.- 1474: Sube al trono de Castilla la princesa Isabel, casada con el príncipe Fernando que era el heredero de La Corona de Aragón. Los dos grandes reinos peninsulares quedan unidos aunque cada uno seguirá teniendo sus propias leyes y fueros.
.- Los Reyes Católicos comienzan a poner los pilares de un Estado moderno: refuerzan el poder de la monarquía sometiendo a la nobleza, establece el Tribunal de la Inquisición y llevan a cabo la limpieza de sangre: conversión de judíos y moriscos.
.- Importantes acontecimientos históricos de 1492: conquista del Reino nazarí de Granada, descubrimiento de América y publicaciones de la primera Gramática en lengua castellana por Elio Antonio de Nebrija.
.- Los nobles y los burgueses enriquecidos comienzan a darse cuenta de la utilidad del saber.
.- En Castilla las rudas formas de vida medievales se refinan y la cultura será un rasgo de distinción social. De ahí la abundante literatura cortesana.
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El amor cortés
En el siglo XII surge en
Provenza un tipo de poesía que tendrá gran influencia en toda Europa. Sus
creadores son los trovadores y su tema el amor. Se considera a la mujer como un
ser superior al que el enamorado rinde culto y vasallaje, como si de un señor
feudal se tratara. Este tipo de amor recibirá el nombre de amor cortés.
- El poeta se declara siervo de la dama, a la que llama mi señor, y que aparece caracterizada como un cúmulo de
perfecciones (belleza, honestidad…)
- Este servicio
o amor a la dama ennoblece el espíritu del enamorado.
- La honestidad de la dama impide que pueda acceder
a sus deseos (por ello es acusada de cruel por el poeta: la frustración de este
transforma el sentimiento amoroso, en principio jubiloso, en sufrimiento y
dolor, un dolor inevitable (pues no le es posible dejar de amar), que pone en
peligro su vida y que le hace desear la muerte.
Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique.
Las Coplas a la muerte de su padre
son una elegía en la que la experiencia dolorosa de la desaparición de Rodrigo
Manrique conduce al poeta a una meditación en torno a la vida y la muerte, tras
la que propone a su padre como modelo de caballero cristiano.
Las Coplas se sitúan dentro
de una extensa corriente literaria que se ocupa del tema de la muerte. Esta literatura no hacía sino reflejar la
permanente preocupación por la muerte
que se sentía en el convulso periodo de la Baja Edad Media (guerras,
hambrunas, epidemias, revueltas…). Se extiende entonces una visión macabra y
truculenta de la muerte que provoca pavor, corrompe lo que había sido bello y
destruye las glorias que se levantaron en vida. Es la visión que ofrecen, por
ejemplo, las Danzas de la muerte.
Jorge Manrique sintetiza
el pensamiento que sobre este tema se aprecia tanto en la literatura como en
las predicaciones. Si bien desecha la visión siniestra ofrecida por las Danzas
de la muerte, va a recoger una serie de ideas:
1.- La
consideración del mundo como vanidad de
vanidades.
2.- El menosprecio de la vida terrena, la cual
solo tiene valor porque procura la vida eterna en el cielo.
3.- La convención
del ubi sunt, interrogación retórica
en la que se pregunta dónde han ido a parar aquellos ilustres personajes
famosos por sus glorias. Se trata de un tópico de origen bíblico.
4.- La inestabilidad de la Fortuna.
5.- La presencia igualadora de la muerte
implacable.
Se pueden añadir otras ideas tradicionales habituales en el
siglo XV: el recuerdo de la felicidad pasada como un sufrimiento, la
consideración de que el tiempo pasado fue mejor que el presente y que el futuro
hay que darlo por perdido, la existencia de tres vidas: la terrena, la de la
fama y la eterna, etcétera.
·
Recursos estilísticos: formas exhortativas, estilo expositivo,
sentenciosidad, etc.
·
Composición: explicación mediante ejemplos, ideas que se despliegan pasando de lo
abstracto a lo concreto, división en tres partes de los temas, etc.
·
Didactismo del sentido cristiano de la vida: primacía de lo espiritual eterno sobre lo humano,
menosprecio del mundo, muerte como tránsito para la vida eterna, etc.
La estructura de las Coplas:
se pueden dividir en tres partes:
·
Primera parte: ocupa las primeras trece estrofas y en ellas el poeta reflexiona
sobre la fugacidad de las cosas terrenales y expone la visión cristiana de la
vida, atenta siempre a la eternidad.
·
Segunda parte: ejemplifica este carácter transitorio de lo mundano. Se trata del
tópico del ubi sunt, característico de la literatura funeral, pero con la
originalidad que se mencionan sólo ilustres personajes de la historia
castellana reciente.
·
Tercera parte: la constituye la glorificación de Rodrigo Manrique, ejemplo de noble
cristiano. Esta última parte viene a modificar la visión de la muerte
aniquiladora de todo lo vivo expuesta en las primeras veinticuatro estrofas.
Rodrigo Manrique llega a triunfar con su fama sobre la muerte. Así, la amargura
deja paso a un cierto sentimiento de gozo por la vida y de optimismo que
consuela al hombre en su destino mortal.
Métricamente, el poema está escrito en coplas
de pie quebrado: estrofas formadas por dos sextillas con rima
independiente: 8 a, 8 b, 4 c, 8 a, 8 b,
4 c.
En cuanto al estilo, hay que subrayar su sencillez,
lejos de la grandilocuencia y la afectación de la poesía del momento, las Coplas
destacan por su naturalidad estilística y el lenguaje llano. El lenguaje
poético, además, profundiza en la búsqueda de nuevas formas: la concisión, las
figuras de dicción, las antítesis, los juegos conceptuales, el recurso a la
propia experiencia vital en la expresión poética, alejándose de la abstracción
y, sobre todo, el uso original de las imágenes que, aunque tomadas de la
tradición y con precedentes en su empleo literario, sirven para poetizar unas
reflexiones sobre la vida y la muerte bastante extendida en las predicaciones y
la literatura didáctica.
LA PROSA DEL SIGLO XV
Prosa didáctica
Destacan dos figuras
representativas de la primera mitad del siglo XV, Enrique de Villena, autor de Los doce trabajos de Hércules y Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de
Talavera, autor de El Corbacho, donde destaca la
espléndida utilización del habla popular de la época.
Prosa de ficción
Dos son los grandes
géneros que se desarrollan en este siglo: los libros de ficción sentimental y
los libros de caballerías.
a) Las narraciones sentimentales:
Anticipan muchos rasgos de
la novela moderna: personajes en conflicto con su entorno, análisis de la
intimidad individual, cierta evolución psicológica de los personajes,
protagonistas angustiados y desdichados, etc. La obra cumbre de este género es
la Cárcel
de amor de Diego de San Pedro,
libro muy popular en su tiempo.
b) Los libros de caballerías.
La primera muestra
estrictamente peninsular es el Libro del Caballero Zifar, escrito
hacia 1300. De finales del siglo XV es el Tirant lo Blanch, en lengua
catalana, pronto traducido al castellano.
El libro de
caballerías más importantes es, sin
embargo, Amadís de Gaula.
Los libros de caballerías
son libros de aventuras protagonizadas por caballeros cuya misión es restablecer
el orden y proteger a los indefensos. Los valores que representa el protagonista serán los típicos del caballero feudal: valor,
honor, lealtad y religiosidad. Estos héroes y la imagen del mundo que transmiten
están muy idealizados.
Literariamente, los
personajes de los libros de caballerías son meros tipos, sin apenas evolución
ni desarrollo psicológicos, el amor es el tema central de las obras; los
escenarios son imaginarios y, a menudo, maravillosos.
EL TEATRO EN EL SIGLO XV.
Existen variados
testimonios de que en este siglo se desarrollaba cierta actividad teatral en
Castilla, e incluso conservamos diversos textos teatrales. No obstante, hay que
indicar que durante la Edad Media y aun en el siglo XVI, es difícil distinguir
entre el puro espectáculo teatral y las distintas conmemoraciones,
celebraciones, ferias y fiestas.
Danzas de la muerte.
Forman parte de un grupo
de largos poemas o danzas de la muerte, abundantes en la literatura europea de
finales de la Edad Media, en una época en la que la obsesión por la muerte tuvo
su reflejo en la literatura y el arte. En las danzas la muerte invita a un
siniestro baile a todos los nacidos, desde los más poderosos al campesino más
humilde. Se insiste en el poder igualatorio de la muerte, lo que implica una
abierta sátira social.
Teatro religioso
Se conocen diversas
manifestaciones dramáticas desde mediados del siglo XV. Estas obras, llamadas
autos, se representaban en carros o escenarios móviles durante la festividad
del Corpus y constituyen el
antecedente de los autos sacramentales.
Conservamos algunos dramas
religiosos, como dos obras de los ciclos de Navidad y de la Pasión de Gómez Manrique, o un Auto
de la Pasión atribuido a Alonso
del Campo.
Característico del teatro
navideño es un personaje que luego será muy importante en todo el teatro
posterior: el pastor bobo.
Presentado como descreído a causa de su ignorancia, es el personaje central de
la representación, que concluye su conversión final. Posee un valor alegórico,
más allá de su diseño cómico primario.
Teatro profano
A finales de siglo,
tenemos ya también notables muestras de teatro profano. En su aparición es
fundamental el refinamiento en los gustos de la nobleza, que comienza a dar
acogida en los palacios a las representaciones dramáticas.
En esta transformación
tiene una enorme importancia la labor del primer gran autor teatral castellano:
Juan del Encina. De orígenes
modestos, su valía le hace destacar como músico y poeta, y también como actor y
autor dramático. Desarrolló su labor teatral en Alba de Tormes, al servicio de
los duques de Alba, en cuya corte se representaron sus creaciones. Lo más significativo
de su teatro es la utilización de personajes campesinos que hablan un lenguaje
rústico y chistoso.
La
Celestina.
Texto y autor
En 1499 se publica anónima
la Comedia
de Calisto y Melibea. Constaba de 16 actos. Se reedita al año
siguiente, acompañada de unos preliminares en los que aparece el nombre del
autor, Fernando de Rojas, que dice haberse encontrado el acto I ya escrito por
un desconocido y haber continuado la obra. En 1502 se imprime con un nuevo
título Tragicomedia de Calisto y Melibea y con importantes novedades,
cinco nuevos actos, diversas interpolaciones, modificaciones y supresiones, y
un prólogo en el que Rojas justifica los cambios. Éste es el texto definitivo
que ha pasado a la historia con el título de La Celestina, nombre del
personaje más significativo de la obra. El éxito de la Tragicomedia será inmenso
y las ediciones se sucederán desde entonces.
Fernando de Rojas nació en La Puebla de Montalbán (Toledo) hacia 1475, en el seno de
una familia de judíos conversos (su padre fue
condenado por la Inquisición en 1488 por judaizar). Estudió leyes en Salamanca
y en esa época debió de componer La Celestina. Establecido en
Talavera de la Reina en 1507, llegó a ser alcalde de la ciudad. Se casó con una
mujer también de familia conversa y vivió, pues, durante toda su vida en el
ambiente hostil a esta minoría, como prueba el que, cuando su propio suegro,
fue procesado en 1525, al ser propuesto Rojas como defensor, fuera él mismo
considerado sospechoso. Murió en 1541.
Género y estilo
La Celestina es una obra dialogada de considerable extensión.
Esto ha hecho que para unos se trata de una obra de teatro, mientras que otros
piensan que estamos ante una novela dialogada.
Los partidarios de que se trata de una obra de teatro argumentan que no
existe narrador alguno, los
personajes hablan siempre directamente y
sus palabras son las que crean la realidad que los rodea y ordenan el espacio y
el tiempo de la acción. La obra no estaría destinada a la representación
pública, sino a la lectura colectiva, según una extendida costumbre en los
medios escolares de la época. Aparte de estas razones esenciales, la obra
pertenecería al género dramático en razón de los modelos literarios de los que
parte: la comedia romana y la comedia humanística italiana.
Los defensores de que se trata de una novela mantienen que el libre
tratamiento del espacio y el tiempo, la existencia de escenas no dramáticas y
el diseño de los personajes, retratados en la intimidad, con cierta evolución
psicológica y marcado individualismo, serían rasgos más propios de la novela
que del drama, a lo que podría sumarse el carácter irrepresentable del texto.
En cuanto al lenguaje y estilo, coinciden en la obra
la lengua culta y erudita y la lengua popular. Cada personaje suele hablar de
acuerdo a su condición social, salvo Celestina que cambia de registro según el
interlocutor o la situación en que se encuentren.
La lengua culta abunda en
latinismos, frases largas, verbos al final de la oración, utilización de
sentencias cultas o citas de la Antigüedad clásica.
La lengua popular es, por
el contrario, viva y rápida, con numerosos refranes, frases cortas, expresiones
coloquiales, chistes, insultos…
La variedad lingüística
muestra el poder de la palabra en la Tragicomedia, que sirve para
comunicar y relacionarse con los demás, pero también para persuadir, convencer,
engañar y dominar a los otro.
Los personajes
Los personajes de La
Celestina se dividen en dos grupos sociales: los personajes de elevada clase
social (Calisto, Melibea, Pleberio y Alisa) y los de las clases populares
(Celestina, Sempronio, Pármeno, las prostitutas Areúsa y Elicia y los criados
Tristán y Sosia).
a) Los personajes de elevada clase social
·
Calisto:
es el galán. Rico, ocioso, posee rentas y criados. Se comporta como un
enamorado cegado por la pasión. Para
conseguir su objetivo, la conquista de Melibea, carece de escrúpulos y utiliza
todas las artimañas imaginables. Habla con un lenguaje retórico propio de la
literatura cortesana. Se ha visto en él una parodia del héroe de los libros
sentimentales.
·
Melibea:
también es una joven rica y de buena familia. Se comporta de una manera muy
activa en la obra. No oculta su pasión y muere finalmente por ella. Algunos
críticos la ven, igual que a Calisto, como un ejemplo de una persona
trastornada por la pasión y, por tanto, también paródica. Otros consideran que
es un personaje de carácter rebelde, honesto y sincero, cuya pureza de
sentimientos contrasta con los de su amante.
·
Pleberio y Alisa: padres de Melibea, son personajes de poco relieve, excepto al final
de la obra, cuando se comportan como padres que desconocen los verdaderos
sentimientos de su hijo y se muestran sorprendidos por los acontecimientos que
se descubrirán en el final del drama.
B) Los personajes de clases populares
·
Celestina:
alcahueta, maga y hechicera, con gran conocimiento de la vida y del corazón
humano. Es la figura central en las relaciones del resto de los personajes de
la obra. Pese a su sabiduría, está cegada por la ambición, lo que la conducirá
a la muerte. El tipo de la alcahueta o tercera tenía ya una larga tradición
literaria (comedia latina, la Trotaconventos del Libro de buen amor) y era un
personaje conocido en la literatura popular medieval. La maestría de Fernando
de Rojas consiste en fundir todos esos modelos y superarlos, convirtiendo al estereotipo
literario en un personaje dotado de
individualidad, de intimidad personal y de intensa vida propia.
·
Los criados (Pármeno y Sempronio, Tristán y Sosia)
y las prostitutas (Areúsa y Elicia) representan
el dominio de los sentidos, del interés egoísta y de la codicia. Todos ellos
son conscientes de su posición de clase y, salvo Tristán y Sosia, odian a sus
amos.
Contenido e intención del
autor
Amor, muerte, ambición,
egoísmo, codicia, lucha de clases son los temas centrales de La Celestina. Amor
entre los protagonistas y también en las personas de baja clase social (lo que
es en la literatura culta muy novedoso); muerte de gran parte de los
personajes; ambición extrema en los criados y la vieja alcahueta, pero también
en Pleberio, el padre de Melibea, que ha dedicado su vida a atesorar bienes;
lucha de clases desde la primera hasta la última página.
En cuanto a las
interpretaciones de la obra hay dos opiniones básicas: hay quienes consideran
que la obra tiene una finalidad moral y pretende mostrar a los lectores las
consecuencias de los malos comportamientos. Otros, haciendo hincapié en el
origen converso del autor, subrayan la visión que ofrece de esa realidad
conflictiva, su desengaño y su honda desesperación, la concepción de la vida
como guerra e, incluso, su completo nihilismo.[1]
La obra refleja
ejemplarmente la mentalidad de la sociedad castellana de fines de siglo XV y
los valores propios del capitalismo incipiente: el afán de lucro[2],
el pragmatismo[3], el
individualismo, el placer de la vida. La mentira, la traición y el engaño
marcan la vida de los personajes, así como el dinero, que lo puede todo. Los
personajes se utilizan los unos a los otros y no hay verdadera solidaridad ni
amistad. Ni siquiera amor que es ciega pasión o puro interés, esto ocurre
incluso ante el sentido planto de Pleberio tras el suicidio de su hija que
parece lamentarse exclusivamente por la pérdida de la heredera.
La Celestina cierra de modo brillante la literatura castellana
medieval, mostrando abiertamente el conflicto entre los nuevos y viejos
valores. Los personajes, los sentimientos, incluso los modelos literarios son
sistemáticamente destruidos en una sociedad competitiva y materialista.
Fernando de Rojas niega los valores del pasado pero no propone otros. En La Celestina
no parece existir el futuro.
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