Hoy, un relato que muchos ya conocéis, el Cuento de Navidad de Dickens, un clásico en estas fiestas. Se trata de una historia centrada en el cambio de
actitud de una persona que, hasta la llegada de la Nochebuena, había sido huraña, calculadora y tacaña. Es, además,
una narración con trasfondo social sobre la revolución industrial del siglo XIX en
Inglaterra. Ebenezer Scrooge es
un hombre muy avaro que odia la Navidad. Vive solo y es adicto a su trabajo.
Durante la víspera de Navidad, el fantasma de un ex-amigo
suyo le anuncia la visita de tres espíritus
de la Navidad que le darán la última oportunidad de salvación.
Cada fantasma le muestra su pasado y presente desde una
perspectiva distinta. Por último, el
fantasma de la Navidad Futura (el de carácter más sombrío de todos) le
muestra una verdad desgarradora: el destino de los avaros. Al final, Scrooge
cambia y se convierte en un ser bondadoso, descubre el amor y la solidaridad que sólo la Navidad nos puede dar.
Dickens mezcla
realismo mágico y novela gótica (con toques de terror y sobrenaturales)
con una dura crítica social.
Refleja la miseria de los trabajadores de la capa más baja de aquella sociedad.
Los valores que aporta la historia son únicos: solo la bondad y caridad pueden remediar
algunos de los grandes males de la época (como el maltrato y la
explotación de los obreros).
Al Cuento de Navidad se le conoce también como Un
Cuento de Navidad o Canción de Navidad. Es un relato de fantasmas y uno de los
clásicos del genial Dickens. Con este tierno relato, el autor se propuso remover
las conciencias de sus lectores y convencerlos de la necesidad de ser
bondadosos y de practicar la caridad en un mundo injusto.
La caricatura, la inquietud social y el sentimiento
conseguidos por Charles Dickens en esta narración, hacen que mantenga intacta
aún hoy su capacidad para conmover y hacer disfrutar.
EN ESTE ENLACE PODÉIS LEER EL RELATO COMPLETO, ESPERO QUE LO DISFRUTÉIS.
PARA PRACTICAR INGLÉS Y CON SUBTÍTULOS EN CASTELLANO (CON ALGUNA TILDE MAL COLOCADA Y OTRAS SIN COLOCAR) TENÉIS ESTE VÍDEO TAN LOGRADO.
También quiero que leáis esta carta dirigida al protagonista de Cuento de Navidad que incluye citas textuales de la obra y que he encontrado por Internet. Al final cito la fuente.
Querido Scrooge…
“¡Oh! Pero Scrooge era atrozmente tacaño, avaro, cruel, desalmado, miserable, codicioso, incorregible, duro y esquinado como el pedernal, pero del cual ningún eslabón había arrancado nunca una chispa generosa; secreto y retraído y solitario como una ostra. El frío de su interior le helaba las viejas facciones, le amorataba la nariz afilada, le arrugaba las mejillas, le entorpecía la marcha, le enrojecía los ojos, le ponía azules los delgados labios; hablaba astutamente y con voz áspera. Fría escarcha cubría su cabeza y sus cejas y su barba de alambre. Siempre llevaba consigo su temperatura bajo cero; helaba su despacho en los días caniculares y no lo templaba ni un grado en Navidad.
“¡Oh! Pero Scrooge era atrozmente tacaño, avaro, cruel, desalmado, miserable, codicioso, incorregible, duro y esquinado como el pedernal, pero del cual ningún eslabón había arrancado nunca una chispa generosa; secreto y retraído y solitario como una ostra. El frío de su interior le helaba las viejas facciones, le amorataba la nariz afilada, le arrugaba las mejillas, le entorpecía la marcha, le enrojecía los ojos, le ponía azules los delgados labios; hablaba astutamente y con voz áspera. Fría escarcha cubría su cabeza y sus cejas y su barba de alambre. Siempre llevaba consigo su temperatura bajo cero; helaba su despacho en los días caniculares y no lo templaba ni un grado en Navidad.
(…) Jamás le detuvo nadie en la calle para decirle alegremente: “Querido
Scrooge, ¿cómo estáis? ¿Cuándo iréis a verme?” Ningún mendigo le pedía limosna,
ningún niño le preguntaba qué hora era, ningún hombre ni mujer le preguntaron
en toda su vida por dónde se iba a tal o cual sitio. Aun los perros de los
ciegos parecían conocerle, y cuando le veían acercarse arrastraban a sus amos
hacia los portales o hacia las callejuelas, y entonces meneaban la cola como
diciendo: “Es mejor ser ciego que tener mal ojo”.
(…) “Scrooge hizo más de lo que había dicho. Hizo todo e infinitamente más:
y respecto de Tíny Tim, que no murió, fue para él un segundo padre. Se hizo tan
buen amigo, tan buen maestro y tan buen hombre, como el mejor ciudadano de una
ciudad, de una población o de una aldea del bueno y viejo mundo. Algunos se
rieron al verle cambiado; pero él les dejó reír y no se preocupó, pues era lo
bastante juicioso para saber que nunca sucedió nada bueno en este planeta que
no empezara por hacer reír a algunos: y comprendiendo que aquéllos estaban ciegos,
pensó que tanto vale que arruguen los ojos a fuerza de reír, como que la
enfermedad se manifiesta en forma menos atractiva. Su propio corazón reía, y
con eso tenía bastante. (…)
No volvió a tener trato con los aparecidos, pero en adelante tuvo mucho más
con los amigos y con la familia, y siempre se dijo que, si algún hombre poseía
la sabiduría de celebrar respetuosamente la fiesta de Navidad, ese hombre era
Scrooge.
¡Ojalá se diga con verdad lo mismo de nosotros, de todos nosotros! Y
también, como hacía notar Tiny Tim, ¡Dios nos bendiga a todos!”
(Publicado en Fragmentos,
Pareceres
por Alguien en 25 diciembre 2010)
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