CARACTERÍSTICAS DE LA NARRATIVA
REALISTA.
.- Punto de vista del narrador. Predomina la narración en tercera persona y
el punto de vista omnisciente: el narrador tiene la capacidad de conocer todo y
de suministrar al lector la información que cree conveniente. El autor lleva a
cabo un análisis riguroso de la realidad, ofreciendo un retrato exacto de lo
que observa.
.- Personajes. El novelista siente gran interés por la psicología de los
personajes y analiza la influencia del entorno en el comportamiento humano.
.- Ambientación. Los novelistas asumen la función de cronistas imparciales
de su mundo y, por ello, se inspiran en el espacio y el tiempo que les
proporciona su realidad inmediata.
.- Lenguaje. Se utilizan diferentes niveles de la lengua, pues se adjudican
a los personajes registros lingüísticos en consonancia con su clase social. Por
eso, en las obras realistas aparecen abundantes modismos, giros y expresiones
populares. Los diálogos se convierten en un elemento importante.
.- Finalidad. La intención de los autores es crítica. No describen una
polémica social y laboral únicamente con intención testimonial; acaban
decantándose por enfatizar y señalar los aspectos más negativos del
funcionamiento social como la explotación, la injusticia o el abuso de poder.
.- Temática. Dos son los grandes temas que recrea la narrativa realista: el
mundo rural y el mundo urbano: los ambientes y las personas que viven en ellos, así como los problemas
existenciales que se les plantean, quedan perfectamente retratados.
ADIÓS CORDERA.
Leopoldo Alas “Clarín”
INTRODUCCIÓN
"¡Adiós, Cordera!" es
un relato perteneciente a El Señor y lo demás, son cuentos (Madrid,
1893), la primera colección de cuentos que escribió Leopoldo Alas,
"Clarín" (1852-1901). Constituye uno de los cuentos más líricos de
esta obra.
Aunque con las novelas de La
Regenta (1884) y Su único hijo (1890) la labor
narrativa ha sido la más importante o la más considerada de "Clarín",
la producción del autor se despliega también entorno a otras dos importantes
facetas: la de la crítica literaria, recogida en las colecciones de Solos
de Clarín (1881) y Paliques (1893) y la del cuento,
de la que destacan la ya citada serie El Señor y lo demás, son
cuentos (1893) y también Cuentos morales (1896). A
caballo entre la novela y el cuento podemos citar asimismo como las más
importantes novelas cortas la de Pipá (1886) y la de Doña
Berta (1892), aunque son casi una docena las que escribió el autor.
El cuento oral es tan antiguo como la humanidad, no así
el cuento literario que es de procedencia oriental.
El
vocablo cuento proviene de contar, lo que se dice a viva voz.
De aquí se deriva el cuento popular, que era también anónimo, extenso, con
numerosos personajes, tramas complejas, y efectos múltiples. Y, sobre todo, con
desenlaces inesperados.
Características
del Cuento Literario:
.- Es
narrativo, cuenta algo.
.- Es una
narración fingida en todo o en parte; es ficción o invención literaria, aunque
puede apoyarse en hechos reales o que hayan ocurrido en la realidad y que,
inclusive, forman parte de la experiencia misma del autor.
.- Es creación
legítima de un escritor, quien lo hace llegar al lector por medio del narrador.
.- Es corto, se desarrolla en pocas páginas.
.- Tiende a
producir un solo efecto en el lector; el autor se interesa por un tema
principal y no aprovecha los temas menores que la narración pueda sugerir.
.- Se configura el mundo ficticio mediante elementos diversos: ambientes, épocas, personajes.
.- El
narrador cierra el desarrollo de su tema central mediante un oportuno
desenlace, el cual, según el caso, puede resultar esperado o inesperado.
¡ADIÓS, CORDERA!
Estamos en la última década del siglo XIX, momento que representa la expresión de la decepción de la
estética realista con respecto a la misma sociedad que había retratado. Se ha
perdido la confianza en que la materia pueda dar razón y explicación a las
cosas. El escritor, decepcionado, busca otro tipo de ámbito moral del que
extraer una respuesta a
la decepción y a la angustia. ¡Adiós Cordera! Pertenece a un tipo de cuentos protagonizados por débiles y humanísimos
personajes. Clarín ya había creado en alguna de sus novelas personajes de estas
características. "Clarín" siempre aborda, prioritariamente, la
interioridad y la psicología de estos personajes, es decir, menosprecia lo real
que hay en el entorno y renuncia a vincular el comportamiento de estos
individuos a factores biológicos, materiales o físicos, porque para entender el
personaje ya no es preciso entender también su alrededor.
¡Adiós, Cordera! es un cuento lleno de ternura. Los
personajes que se presentan son personajes unidos todos por la fuerza del amor,
personajes sencillos y llenos de humanidad. Sin embargo, la fatalidad logra un
día romper esa unidad y separar sus vidas, arrancarlos los unos de los otros y
dejarlos en la soledad extrema, en el dolor y en la impotencia de la angustia. Ese
dolor por la pérdida sirve para poner de manifiesto el amor que los unía. Aún en lo trágico
del desenlace, el amor es el elemento motriz que confiere unidad al cuento.
Resumen: Dos
hermanos, Rosa y Pinín, viven en un prado de Asturias (en el camino de Oviedo a
Gijón), en el “prao” Somonte, alejados
de la civilización, con su padre, Antón, tras la muerte de la madre. Adquieren
una vaca que representa no solo el sustento de la familia sino también los
afectos que Rosa y Pinín necesitan tras la muerte de la madre. Entre los cuatro
se establecen unos fuertes vínculos de cariño que se verán truncados cuando la
situación económica de la familia requiera la venta de la cordera para poder
pagar el alquiler de la casa. Conviven en absoluta paz hasta la
inauguración del ferrocarril, que tendrá consecuencias devastadoras. Cuando el padre
se ve obligado a vender la vaca lo hace a escondidas, para que sus hijos no se
enteren pero no lo consigue porque pide un precio muy elevado. Él mismo no
quiere venderla porque es más que una simple vaca.
Una vez que Pinín y Rosa descubren los planes de venta, lo que era alegría
y diversión se convierte en silencio y desolación. En el momento de la
despedida, los hermanos miran con odio al comprador, aunque, no fueron los
únicos en sentirse así. El padre de familia también se mostró desolado por
la pérdida de la res.
Después de que La Cordera abandonase el prado, la soledad se apoderó de los
que fueron sus mejores amigos. La llegada del ferrocarril, que tanto asustaba a
la vaca, será finalmente quien lleve a la res al matadero pero también se
llevará a Pinín al ejército. Será Rosa quien sienta una profunda
soledad ante la falta de sus mejores amigos.
Ideas reflejadas en el relato: Clarín compara las reses llegadas al mundo industrializado, con los
jóvenes soldados que son enviados a la guerra. En este cuento, se incluye la
oposición entre el mundo industrializado y el campo. En Pinín y Rosa se plasma la evolución de la actitud que sienten hacia este mundo civilizado. En un principio,
la presencia del ferrocarril les ocasionó una gran fascinación: “si al
principio era una alegría loca, algo mezclada de miedo supersticioso, una
excitación nerviosa… “. En el momento en el que se enteran de la venta, se
produce un cambio de actitud, aunque, como dice Clarín, esa actitud positiva e
impresionista permaneció durante un tiempo: “tardó mucho en gastarse aquella
emoción de contemplar la marcha vertiginosa”. Esto se debe a la inocencia
todavía presente en los hermanos. A partir de ese suceso, Pinín y Rosa miran a
los trenes con rencor e incluso lo consideran su enemigo: “ Y Rosa y Pinín
miraban con rencor la vía, el telégrafo, los símbolos de aquel mundo enemigo
que les arrebataba…”
Y, por último, cuando Rosa está ya sin ninguno de sus compañeros, la
situación le ocasiona una actitud de desprecio: “Con qué odio miraba Rosa
la vía manchada de carbones apagados…”
Por tanto, se transmite una relación clara
entre: la naturaleza y la inocencia, y la civilización con la ambición. El
campo representa la vida sencilla y auténtica, ajena a las ambiciones y al
poderío del mundo civilizado. Por el otro lado tenemos la sociedad y el
progreso, con su afán por el dinero, sin piedad, sin sentimientos, imparable y
representada por el telégrafo y el tren.
INTRODUCCIÓN DEL CUENTO.
El cuento
nos sitúa en el Norte de España en el camino de Oviedo a Gijón, provincia de
Asturias. Paz y tranquilidad. El “prao” Somonte era un lugar donde "no se
veía vivienda humana: allí no llegaban ruidos del mundo" las "mañanas
eran sin fin”, las tardes eran "tardes eternas".
Ya desde el principio se nos dice que: ”¡Eran tres! ¡Siempre tres! Rosa, Pinín y la Cordera."
Y ya están presentados 3 de los personajes principales del cuento.
Inmediatamente nos damos cuenta de que estamos en una zona rural. "El
prao" la descripción del lugar es poética "era un
recorte triangular de terciopelo" transmite así el autor una imagen artística del área con su forma triangular.
Se percibe además tranquilidad, que se nos anuncia en cada frase y
palabra… el terciopelo representa la suavidad y, como se trata de un
triángulo, el autor nos describe lo que vemos en cada ángulo: "Uno de sus
ángulos, el interior, el inferior, lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a Gijón", aquí salta la primera referencia al
ferrocarril como la industrialización del área.
El título de la obra nos anuncia una
despedida. En efecto hay en el cuento dos tristes despedidas: primero la
Cordera que se la llevan por el ferrocarril al matadero, luego la despedida de
Pinín que también se lo llevan ¿al matadero?, ¿a otro matadero? En este caso a la guerra, también se va a través del tren.
La descripción minuciosa
de la realidad y los problemas sociales
de la época quedan plasmados en este cuento en una abierta denuncia a males
tales como la miseria, la falta de empleo, de oportunidades para los jóvenes, la carencia de
tierras para los campesinos, la industrialización como un factor destructor y
la guerra.
La familia Chinta vive en un estado de miseria absoluto; las condiciones de la
casa eran deprimentes, no había empleo y a
los jóvenes solo les esperaba la guerra…
En el
primer párrafo el autor nos sitúa en el ambiente bucólico de
la vida apacible de Asturias, nos presenta los elementos de la trama: "el
camino hierro", el palo del telégrafo y 3 de los personajes. En el segundo
párrafo nos describe a Rosa "menos audaz pero más enamorada de lo
desconocido".
¿Qué
representaba para Pinín y Rosa el telégrafo? El autor lo dice explícitamente
"el ancho mundo desconocido, misterioso". Pinín se acercaba, subía,
lo abrazaba , pero las jícaras seguían siendo aún un, "misterio
sagrado". Pinín se quedaba en la idea del exterior del objeto, Rosa
penetraba con su imaginación en los misterios de cómo "lo ignorado hablaba con lo
ignorado" aunque su interés se quedaba en el ruido.
La
presentación del padre Antón de Chinta viene en la narración en medio de la
descripción de un paisaje apacible rodeado de tranquilidad campestre, solo
perturbada por el sonido de los pájaros. Cielo azul, estrellas, árboles…
La vida
apacible de los niños se describe "teñida su alma, de la dulce serenidad soñadora de la solemne
y seria Naturaleza". Esta
expresión encierra la justa carga semántica con la que Leopoldo Alas Clarín nos deja
definitivamente sentados en un mundo de naturaleza casi detenida en el tiempo y la distancia de un apartado rincón de
España.
De un modo
sencillo, pero con la intención quizá de sorprendernos; el autor nos va
descubriendo quién es cada uno de los personajes y sus reacciones de acuerdo a
su naturaleza. Por fin sabemos que Cordera es una vaca y que por lo tanto
"…se abstenía de toda comunicación con el mundo civilizado", pero no nos
queda duda de que los otros son humanos; nos ha dicho que Pinín subía al palo y
que Rosa era "más enamorada".
El cuento muestra el amor por los animales. Cordera era como una abuela: "si pudiera se
sonreiría". Clarín da a la vaca las características más nobles y la exalta
hasta convertirla en cuna; por su testuz recordaba a la vaca santa.
Era solemne
y serena, de movimientos pausados. Recordemos que era vieja. El afecto casi
humano entre la vaca y los niños se hace patente en la referencia a su
paciencia con los niños "…demostraba tácitamente el afecto del animal
pacífico y pensativo"
Asistimos a
un espectáculo en el cual personas y animales conviven en un mundo hostil para
ambos. "La paz sólo se había turbado en los días de prueba de la
inauguración del ferrocarril". Las referencias al ferrocarril son de
"peligro", "catástrofe", "formidable monstruo". Y
la reacción de la vaca fue primero de miedo y espanto y luego de
"antipatía y desconfianza". Para los niños "impresiones
agradables y persistentes".
"El
tren era un accidente pasajero que se ahogaba en el mar de soledad que rodeaba
el prao Somonte".
En el cuento
se nos narra la relación entre los tres personajes la Cordera que era "mucho
más formal que sus compañeros" (Pinín y Rosa). La relación de cada uno de los 3
personajes frente a estos elementos (el ferrocarril y el telégrafo) es diferente. Pinín había
observado tranquilamente la presencia inofensiva del palo del telégrafo y no se
atrevía a acercarse, pero el palo era "tranquilo" e
"inofensivo". La inocencia de los niños contrasta con la potencia enorme del tren y de la inmensidad de la
comunicación a través del telégrafo, capaz de transportar mensajes hacia un "ancho mundo
desconocido, misterioso y temible". Veamos los adjetivos que utiliza el
autor "desconocido, misterioso y temible". Todo lo desconocido es
misterioso y temible , pero en este caso podemos ver cómo traspasa esta idea
para tal vez acercarnos a la comprensión de que el desarrollo manifestado en dos hechos, la comunicación y el
tren, perturban la tranquilidad y la vida apacible de los niños y la vaca.
La vaca se
hace centro de la vida de una familia que vive en la miseria y la vaca, se convierte en el único sustento de la
familia, ya que Antón comprendió que había nacido para pobre y la único animal que
pudo comprar fue la Cordera. La madre de los niños "murió extenuada de hambre y de trabajo" y en su lecho de muerte con sus ojos parecía decirle a sus hijos
"cuidadla que es vuestro único sustento", refiriéndose a la Cordera.
La
descripción de la casa en que vivían muestra las difíciles
condiciones de vida de la familia: aquel hogar miserable,"…destrozado
tabique de ramaje…” La vaca reemplaza a la madre "el amor de los gemelos se había concentrado en la vaca".
La acción del cuento es mínima, breve, precisa: después de muchos años de cuidados
hacia una vaca, hacia la Cordera, Pinín y Rosa se han encariñado con ella hasta
el punto de focalizar sobre ella todas sus necesidades infantiles. Pero Antón
de Chinta, su padre, ya viudo y colmado de deudas, se ve obligado a vender al
animal y enviarlo al matadero. El dolor que esta brutal separación causa en los
niños se multiplica más tarde en el corazón de Rosa cuando esta ve pasar un
tren que, junto con otros reclutas, se lleva a su hermano a la guerra.
Estructura La trama en sí es también
sencilla y puede dividirse en tres partes claramente diferentes: planteamiento, nudo y desenlace. En la primera parte se presentan las relaciones emocionales entre los
personajes principales, esto es, entre Rosa, Pinín y la Cordera; una segunda, que es el núcleo dramático, en que presenta el conflicto económico
familiar y la determinación del padre de vender a la vaca y una
última parte, que representa ya el triunfo de la fatalidad sobre la familia y la
consiguiente separación de los personajes.
El tratamiento del contenido es lo verdaderamente original en este cuento. El valor poético de la obra (el
lirismo) viene determinado por el simbolismo presente en él. Cuento sí, pero también poema, podríamos decir, en forma de cuento, porque más
importantes que las palabras mismas es la tensión lírica con que "Clarín"
las hace vibrar.
¡Eran tres: siempre los tres! Rosa, Pinín y la Cordera. Así empieza "Clarín" su obra, y no es de
ninguna manera un comienzo espontaneo. Desde el comienzo planifica Clarín su
obra para los fines que se propone. tres, primero en número, luego nombrando a
los personajes, nos deja clara ya la fuerte unidad que existe entre ellos; por
otro lado, mediante los signos de admiración, nos hace entender cuánto hay de
emocional en esta unidad. Si el
autor insiste en remarcarlo es sólo porque sabe la forma fatal en
cómo será acometido al final este sentimiento.
"Clarín" escoge el tren y el palo del
telégrafo como únicos elementos de conexión entre los personajes, en el
"prao" Somonte, y el mundo civilizado y selecciona minuciosamente las palabras con las que los describe.
el tren, ese tren que para Rosa y Pinín es al principio una alegría
loca y luego un recreo pacífico, suave, renovado varias veces
al día, ese tren, que será quién se lleve a la
Cordera a cumplir su último destino en el matadero y también a
Pinín a la guerra. Al remarcar la inocencia con que los
niños contemplan el tren, "Clarín está orientando su relato a futuras
implicaciones.
Podemos decir que toda la primera parte está actuando también como soporte emocional de la última, influyendo en su
interpretación final y siendo por tanto el alma del cuento. Si no resultaría
difícil comprender el odio que inunda al final el corazón de Rosa: Con
qué odio miraba Rosa la vía manchada de carbones apagados, con qué ira los
alambres del telégrafo.
"Clarín" se ha preocupado de mostrarnos, desde la primera línea
del cuento, el sincero amor que recíprocamente se brindan Rosa, Pinín y la
Cordera. Ese amor es intenso, pero el dolor que su fatal truncamiento
causa en los niños no se cuenta ni se describe de forma explícita, sino
mediante la incursión, en el cuento, del palo del telégrafo y de la vía del tren.
A
través de la desolación de los ojos de los niños mirando con rencor la
vía, el telégrafo, los símbolos de aquel mundo enemigo se nos hace evidente. El dolor por
la pérdida de un ser querido, entonces, no se expresa más que con la palabra
rencor, pero en cambio esta palabra es de una fuerza tremenda en colisión con
toda la simbología que "Clarín" ha dado al palo del telégrafo y a la
vía del tren. Su secreto significado ha sido descubierto: porque les ha
arrebatado a la Cordera lo que antes era algo desconocido, misterioso y
contemplado por los niños con emoción ha pasado ahora a ser enemigo y
contemplado con rencor.
No es difícil deducir de aquí cuán grande era el
amor que sentían hacia la vaca y cuán intensamente están sintiendo por tanto su
pérdida. Una pérdida cuyo dolor, sin embargo, no es todavía comparable al que
siente Rosa al final cuando al vacío que ha dejado en su corazón su separación
con la Cordera se suma también el vacío que le deja ahora su separación con
Pinín, a quien se lleva también el tren. La soledad de la niña esta vez ya es
extrema, y dando voz implícita al dolor lo que antes era rencor contra la vía
se convierte ahora en odio, en ira.
La última frase de todas es la que más concreta esta emoción acumulada. La
frase, oída por Rosa en las vibraciones del aire después de ver pasar a su
hermano Pinín en el tren que se lo lleva a la guerra, es simple, casi
vulgar: ¡Adiós Rosa! ¡Adiós Cordera!, pero esconde una
inquietud. "Clarín"
no se limita a transmitir esa dualidad de angustias (la de Pinín y la de Rosa), sino que además rememora,
con la palabra Cordera un animal que ya no está presente, que sabemos que
murió. La angustia que sintieron entonces los niños al despedir a la vaca, y en tanto que la vaca suplantó un día el espíritu materno de
una madre que moría señalándola a ella como salvación y sustento familiar, la
angustia también de los niños al morir su madre, morir una madre por segunda vez. Dice Baquero Goyanes que "
en esta integración final reviven los lamentos del pasado, que se clavan, y la
palabra parece repetirse en las venas y en el aire hasta el infinito, en
espacio y en tiempo, transformada en laberinto de angustia".
La estructura de la obra. Se organiza mediante distintos paralelismos o repeticiones de motivos o
símbolos.
PRIMERA PARTE. Aquella en que se presentan a los personajes y
las relaciones emocionales que éstos mantienen entre sí, puede a su vez
dividirse en dos subpartes. La primera está caracterizada por el
contraste, pues presenta los personajes y su carácter a través de las distintas
prespectivas con que contempla cada uno de ellos el palo del telégrafo y la vía
del tren, es decir, a través de la tridimensionalidad de estos objetos; la
segunda, se caracteriza por el amor y presenta al lector
el triángulo afectivo que existe entre los personajes y que recíprocamente y de
forma paralela mueve a los gemelos a cuidar de la Cordera y a la Cordera a
velar por ellos.
SEGUNDA PARTE. Es ya el núcleo dramático y expone el
conflicto de la historia, es decir, la necesidad, por cuestiones económicas, de
vender a la vaca. De nuevo esta parte puede subdividirse en otras dos: una
primera que es en la que después de valorar la situación, Antón toma la determinación de vender al animal y una segunda en la
que la vende. La primera subparte, permite al autor remontarse al
pasado económico familiar y a la muerte de la madre de los
niños y mostrarnos el afecto maternal de la vaca pero aún así decide venderla. La segunda subparte, aunque culmina con la venta, no hace más que
mostrar el cariño y la ternura que siente Antón por el animal, un cariño
curiosamente espresado mediante un número, mediante un precio, pero un precio
objetivamente excesivo, que logra proyectar en el lector el
estado anímico y la lucha psicológica de Antón por desprenderse de la
vaca: "será una bestia, pero sus hijos no tienen otra madre, ni otra abuela". La reacción de los niños es desoladora, veían cómo su madre, abuela amiga se iba para ser sacrificada. A partir de ese momento comienzan a despertar a una realidad cruel e injusta. Pinín "con ojos como puños" miraba lleno de angustia mientras veía cómo le ponían una señal en la piel. Los niños "unidos por las manos, miraban al enemigo con los ojos espantados”. En este momento la tensión en el cuento alcanza su punto máximo "en el instante supremo se arrojaron sobre su amiga: besos, abrazos, hubo de todo". "No podían separarse de ella".
Por otro lado, la vaca se " vendería ... a vil precio", lo cual hace más fuerte la idea que quiere transmitir "Clarín" de la falta de alternativas en el mundo en el que se narran los hechos. La situación familiar no deja otra alternativa: "el amo no esperaba más". "Había que pagar o se quedarían en la calle".
El autor usa el lenguaje de la región para hacer referencias exclusivas a la situación " basta de pamemas", Sin duda, mío pa la había llevado al xatu" o para nombrar las cosas "prao, cucho, xatu, la gramática"…
TERCERA PARTE. Actúa como desenlace y representa
ya el triunfo de la fatalidad sobre la familia y la consiguiente separación de
sus miembros. Se divide también en dos subpartes: una primera en la
que se va la Cordera y al día siguiente la ven pasar los niños en el tren que
se la lleva al matadero, y una segunda en la que, años más tarde, Rosa
ve pasar también a su hermano en el tren que se lo lleva a la guerra.
Esta última es la que concentra la denuncia de la obra, a un mundo urbano mezquino, corrupto y cruel y a un hombre, el civilizado,
ausente de valores morales y espirituales y capaz de arrebatarles, a
su compañera de tantas soledades, de tantas ternuras silenciosas, para sus
apetitos, para convertirla en manjares de ricos glotones. Allá iba
Pinín, como la otra, como la vaca abuela. Se lo llevaba el mundo; carne
de vaca para los glotones, para los indianos; carne de su alma, carne de cañón
para las locuras del mundo, para las ambiciones ajenas.
La
idealización del campo frente al mundo del progreso sirve sólo de excusa para envolver lo que realmente es el tema central del cuento: el amor.
La escena del alejamiento del animal es la más
lírica de la obra. Tal vez sea la falta de conciencia
de la vaca ante lo que está sucediendo lo que hace que el lector sufra más por
ella. La Cordera, que ignoraba su suerte, descanaba y pacía como
siempre, como descansaría y comería un minuto antes de que el brutal porrazo la
derribase muerta. De alguna forma su inocencia la hace totalmente
inmerecedora de este destino. Y cuando vienen a llevársela, Clarín opta por
personificarla, diciendo que iba de mala gana con un desconocido y a
tales horas. La vaca se da cuenta, entonces, de que algo extraño está
sucediendo, pero no es consciente de su gravedad. Se presenta, el suyo, como un
pensamiento de pereza, nada más. Lo que le molesta a la vaca es tener que salir
a tales horas, pero nada le puede hacer pensar que no regresará, pues otras
veces ha salido del prado Somonte y siempre ha regresado. Inocente, pues, la
Cordera, no advierte la terrible tragedia que se avecina.
El final resume todo el cuento, en el que hemos visto una familia sumida en el abandono y todos separados física y emocionalmente.
El narrador es omnisciente, adopta el punto de vista de los distintos personajes.
El lenguaje, por su lado, es sencillo, fácil y directo, aunque sin diálogo
prácticamente más que alguna frase colgada y normalmente introducida con una
función simbólica.
Personajes: son
personajes redondos, es decir, su psicología cambia a lo largo del relato.
Pinín: aunque muestra incredulidad con la nueva
infraestructura del ferrocarril, se mantiene distante ante lo desconocido.
Muestra al fin madurez y es consciente de la finalidad de esta venta: “la
llevan al matadero… Cárcel de vaca, para comer los señores, los indianos”.
Rosa: es menos audaz que su hermano, aunque, sí,
muestra curiosidad y por ello, pasaba horas escuchando el ruido que provocaba
el viento en el alambre de esta infraestructura.
La Cordera: es más madura y formal y esto se demuestra en
la falta de emoción ante la incorporación del ferrocarril. La diferencia
con estos dos anteriores es que es un animal. Además, este personaje tiene un
carácter reflexivo, “meditaba más que comía”. Incluso el autor compara su
experiencia con las odas de Horacio. La vaca es el
personaje representante de la maternidad pues, cuida a Pinín y Rosa.
Además, destila protección y cariño hacia sus compañeros. Esta actitud es
recíproca, puesto que antes de que al dueño le regalase el prado, Rosa y Pinín
se preocupaban por llevarla a los mejores pastos.
Por tanto, también
se puede interpretar de otra forma: el agradecimiento por parte de La Cordera a
estos niños, ante la preocupación inicial de éstos, cuando la situación era
incluso más pésima.
Antón de Chinta su papel en la obra indica la dureza de la vida para un adulto y su decisión, que no podía ser otra, determina la separación de Pinín, la Corder a y Rosa.
La importancia del
espacio:
el autor gradúa la intensidad del relato y en un principio, prevalece la
sencillez, la pureza y la tranquilidad del campo. En cambio, cuándo aparece este nuevo mundo, el
civilizado, el tono pasa a ser menos armonizado; lo que supone una clara
contraposición.
Las descripciones
de la vida del campo están compuestas a través de la sencillez: los rayos
del sol, el único ruido que se escucha es el zumbido de los insectos, los
pájaros, los árboles… En cambio, la aparición del mundo civilizado, está ligada
a los elementos materiales y a la avaricia. Hasta entonces, no se había aludido
al dinero, y esta materialidad acaba impregnando al dueño de la res: “el peso
en el bolsillo le animaba también”. Rosa, finalmente, relaciona este mundo civilizado con el abandono,
la soledad y la muerte.