Por fin se acercan las vacaciones de Semana
Santa, ya nos merecemos un descanso para tomar fuerte impulso y superar la recta final del curso. Estos días son fundamentales en el calendario cristiano en todo el mundo. Conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
Es una fiesta cargada de significados y simbolismos religiosos, pero
también de reuniones y encuentros familiares.
Según el calendario litúrgico se celebrará entre el 24 y el 31 de Marzo
del 2013.
En nuestra tierra la Semana Santa es silenciosa y austera y fue declarada de Interés Turístico.
En nuestra tierra la Semana Santa es silenciosa y austera y fue declarada de Interés Turístico.
24 de Marzo, Domingo de Ramos.
25 de Marzo, Lunes
Santo.
26 de Marzo, Martes
Santo.
27 de Marzo, Miércoles
Santo.
28 de Marzo, Jueves
Santo.
29 de Marzo, Viernes
Santo.
30 de Marzo, Sábado de
Gloria ( Sábado de Gloria).
31 de Marzo, Domingo de
Resurrección ( Domingo de Pascua).
1 de Abril, Lunes de
Pascua.
Algunos de vosotros preguntabais el Miércoles de Ceniza que de dónde procedía la ceniza que nos impusieron en la capilla. Bien, aquí tenéis la explicación. Voy a poner, si me es posible, la explicación de lo que celebramos cada día.
Es el primer día de la Semana Santa y uno
de los más importantes. Representa la llegada de Jesús a Jerusalem. Los
escritos establecen que Jesús llegó montado sobre un borrico, preludio de su Pasión.
Al llegar a la Tierra Santa, sus fieles lo recibieron con fervor y gran
entusiasmo, por eso este día, tanto en las procesiones como en las iglesias,
los creyentes llevan ramas de olivo o de palma, como un símbolo de la fe
renovada. Estas palmas se juntan en muchas iglesias para luego ser quemadas más
adelante como la fuente de las cenizas usadas en los servicios del Miércoles de
Ceniza.
OS DEJO AQUÍ UN RELATO QUE ME HA PARECIDO MUY BONITO.
Jeremy y su
huevo de pascua.
Jeremy nació con un cuerpo deforme
y una mente lenta. A la edad de doce años estaba todavía en segundo de primaria y
no daba señales de poder adelantar.
Su maestra, Doris Miller, a menudo
se exasperaba con él, pues con frecuencia se retorcía en su asiento y lanzaba
gruñidos. Otras veces, hablaba de manera clara y precisa como si un rayo de luz
penetrase en la oscuridad de su cerebro. La mayor parte del tiempo, sin
embargo, Jeremy le causaba irritación.
Un día la maestra llamó a los
padres de Jeremy y les pidió que fueran a verla para una tutoría. Cuando los
Forrester entraron en la clase vacía, Doris les dijo: "Lo que realmente
necesita Jeremy es una escuela especial. No es bueno para él estar con niños
menores que no tienen problemas de aprendizaje. Hay una diferencia de cinco
años entre su edad y la de los otros en su aula."
La Sra. Forrester sacó un pañuelo y
lloró quedamente, mientras su marido hablaba: "Srta. Miller, no hay
escuelas de ese tipo en las cercanías. Sería un terrible golpe para Jeremy si
tuviésemos que sacarlo de esta escuela. Sabemos que realmente le gusta estar
aquí."
Doris permaneció sentada un largo
rato después de que se hubiesen marchado, mirando fijamente la nieve a través
de la ventana. Su frialdad parecía filtrarse hasta su alma. Quería simpatizar
con los Forrester. Después de todo, su único hijo tenía una enfermedad
terminal. Pero no era justo mantenerlo en su clase. Ella tenía otros 18 niños a
los que dar clase y Jeremy era una distracción para ellos. Además, él nunca
aprendería a leer y escribir, así que ¿para qué perder más tiempo intentándolo?
Mientras ponderaba la situación, un
sentimiento de culpabilidad se apoderó de ella. "Aquí estoy, protestando,
cuando mis problemas no son nada comparados con esa pobre familia", pensó.
"Por favor, Señor, ayúdame a ser más paciente con Jeremy."
Desde ese día, intentó ignorar los
ruidos de Jeremy y sus miradas vacías. Un día, Jeremy se dirigió hasta su mesa,
arrastrando tras de sí su pierna mala: "Te quiero, Srta. Miller",
exclamó lo bastante fuerte para que la clase entera lo escuchase. Los otros
estudiantes soltaron risitas entrecortadas y Doris enrojeció. Balbuceó:
"¿Co-cómo? Muchas gracias Jeremy. Ahora vuelve a tu sitio, por
favor".
Llegó la primavera, y los niños
hablaban animadamente de la llegada de la Pascua. Doris les contó la historia
de Jesús, y para enfatizar la idea del nacimiento a una nueva vida, dio a cada
uno de los niños un gran huevo de plástico. "Ahora quiero que se lo lleven
a casa y que lo traigan de vuelta mañana con algo dentro que signifique una
nueva vida".
"Sí, Srta. Miller",
respondieron los niños (todos excepto Jeremy). Él la escuchó dando muestras de
estar comprendiendo lo que decía. Sus ojos no dejaron de estar fijos en el
rostro de la maestra. Incluso ni hizo sus ruidos habituales. ¿Había entendido
el chico lo que ella había explicado sobre la muerte y resurrección de Jesús?
¿Había entendido la tarea asignada? Tal vez debiera llamar a sus padres y
explicarles a ellos el proyecto.
Esa tarde, el fregadero de la
cocina de Doris se atascó. Llamó al plomero y esperó durante una hora a que
viniera y lo desatascara. Después tuvo que ir al mercado para hacer sus
compras, planchar una blusa y preparar un examen de vocabulario para el día
siguiente. Olvidó por completo llamar a los padres de Jeremy.
A la mañana siguiente, 19 niños
llegaron a la escuela, riendo y hablando mientras dejaban sus huevos en la gran
cesta de mimbre sobre la mesa de la Srta. Miller.
Tras acabar su lección de
matemáticas, llegó el momento de abrir los huevos. En el primer huevo, Doris
encontró una flor. "Oh, sí. Una flor es ciertamente un signo de nueva
vida. Cuando en las plantas brotan sus flores, sabemos que ha llegado la
primavera". Una pequeña en la primera fila agitó su brazo, "ese es mi
huevo, Srta. Miller". El siguiente huevo contenía una mariposa de plástico
que parecía muy real. Doris la mantuvo en alto: "una oruga cambia y se
transforma en una bonita mariposa. Sí, también es nueva vida". La pequeña
Judy sonrió orgullosa y dijo, "Srta. Miller, ese es mío". En el
siguiente, Doris encontró una roca con musgo. Explicó que ese musgo también
significaba vida que crece aun en una piedra. Billy alzó la voz desde el fondo
de la clase: "Mi papá me ayudó", dijo sonriente.
Entonces Doris abrió el cuarto
huevo y tuvo que controlarse para no exhibir un gesto de decepción. El huevo
estaba vacío. Con toda seguridad debe ser de Jeremy, pensó, y, naturalmente, él
no ha entendido mis instrucciones. Si no hubiese olvidado telefonear a sus
padres... Para no hacerle pasar un mal rato, con cuidado puso el huevo a un
lado y alcanzó otro. De pronto Jeremy dijo: "Srta. Miller, ¿no va usted a
hablar de mi huevo?".
Doris replicó desconcertada:
"pero Jeremy, tu huevo está vacío". Todos se rieron. Él la miró
fijamente a los ojos y dijo suavemente: "sí, pero la tumba de Jesús
también estaba vacía". El tiempo se paró. Cuando pudo hablar de nuevo,
Doris le preguntó: "¿sabes por qué estaba vacía la tumba?".
"Oh, sí. A Jesús lo mataron y
lo pusieron dentro. Entonces su Padre lo elevó hacia Él."
La campana del recreo sonó.
Mientras los niños corrían animadamente hacia el patio del colegio, Doris
lloró. La frialdad de su interior de desvaneció por completo. Mas tarde ella se
ocupó de explicarle a todos los niños que el ganador había sido Jeremy y las
razones por ello.
Tres meses más tarde, Jeremy
murió. Aquellos que fueron a expresar sus condolencias se sorpendieron al
ver 19 huevos sobre la tapa de su ataúd. Todos ellos vacíos.
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